Poder y dinero
ELECCIONES Y RACISMO EN EU
En general, todos los países ricos han sido o siguen siendo colonizadores y expansionistas. Antiguamente a través de métodos de denominación por la vía del poder militar; actualmente por la vía del poder económico. Esa calidad ha permitido la extracción de recursos natrales estratégicos de los países colonizados y dominados: productos agrícolas, forestales, pesqueros, minerales, petróleo, valor agregado a las materias primas a través de mano de obra barata, etc.
El enriquecimiento de unos y el empobrecimiento de otros por la vía de la extracción y transferencia de la riqueza ha traído consigo también la atracción de la mano de obra barata de los países colonizados a los colonizadores, para el desempeño de actividades laborales a costos bajos y necesarias que los habitantes locales no desempeñan por causas variadas. En muchos casos ha habido períodos en que los flujos migratorios han constituido mecanismos para resolver la demanda de mano de obra en actividades económicas específicas; recordemos los programas de contratación de braceros mexicanos implementados en los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial y las décadas posteriores, para trabajar en actividades de la construcción y la agricultura principalmente.
Los flujos migratorios de países pobres a países ricos se han visto estimulados por la expectativa de los migrantes de los países pobres de encontrar en su destino fuentes de trabajo bien remuneradas y mejores condiciones de vida.
Sin embargo, en los momentos en que la demanda de mano de obra y trabajadores ha disminuido en los países ricos, se buscado cerrar el ingreso de los flujos migratorios provenientes de los países pobres. Los ciudadanos de esas naciones en general, y los grupos conservadores en particular, reaccionan señalando que los inmigrantes se convierten en una competencia desleal que usurpa los empleos y los beneficios a los pobladores locales y genera problemas sociales a través de actividades ilícitas como la delincuencia y el tráfico de drogas.
Esa es la visión del candidato republicano a la Presidencia de los Estados Unidos, que señala a los inmigrantes pobres que llegan de otras naciones buscando hacer realidad el sueño americano. Una visión conservadora e ignorante de los orígenes de la desigualdad entre naciones y regiones del mundo, en el mejor de los casos, o una visión retrograda y miope, en el peor de ellos, que justifica la explotación y la extracción de la riqueza y niega el derecho al más débil a aspirar a los beneficios que usufructúa el más poderoso.
Aun cuando la visión de Trump y sus seguidores pareciera lejana a la de la mayoría de los ciudadanos estadounidenses, constituye un riesgo creciente en la medida en que avanza la contienda en las campañas presidenciales de los Estados Unidos rumbo a las elecciones de noviembre próximo. Baste ver que sucedió en Gran Bretaña con el plebiscito entre su población que determinó la salida de esa nación la Unión Europea. Buena parte de los habitantes de los países ricos en el mundo responsabilizan de sus problemas económicos en tiempos de crisis a los inmigrantes de las naciones pobres. Ese sentimiento se ve además incrementado por los fenómenos recientes de terrorismo perpetrados por grupos extremistas islámicos en las naciones europeas.
En el discurso de Trump hay dos grandes enemigos de la estabilidad y el desarrollo estadounidense; los inmigrantes del Sur, particularmente los mexicanos, causantes del desempleo y la delincuencia organizada, y el riesgo latente de actos de terrorismo, imputado a rajatabla a los inmigrantes de origen musulmán. Para él no existen los procesos de descomposición social en la sociedad estadounidense ni problemas inherentes a sus propias contradicciones.
Tristemente esa visión ha permeado entre parte importante de la población sajona de ese país y en la medida en que siga creciendo constituye un riesgo cada vez mayor de que el candidato republicano llegue a la Presidencia de los Estados Unidos, con todos los riesgos que ello conllevaría para la estabilidad mundial y en particular para nuestro país.
A esa visión retrograda y maniquea debemos enfrenarnos en los siguientes meses, debiendo en contrar la fórmula de contrarrestarla desde nuestra modesta pero importante posición.