OBSERVADOR CIUDADANO

LA RENEGOCIACIÓN DEL TLCAN

Enrique Bautista Villegas

Hace unos días el Secretario de Comercio de los Estados Unidos, Wilbur Ross, recientemente designado por el Presidente estadounidense Donald Trump, señaló que  espera enviar una carta en 90 días notificando al Congreso en el sentido de que el gobierno estadounidense desea dar inicio a las negociaciones del TLCAN. En su perspectiva esto significaría que las negociaciones del acuerdo comercial estarían iniciando para los últimos meses del 2017. En ese supuesto, seguramente las negociaciones se irían hasta bien entrado el 2018, quedando pendiente su ratificación y aprobación por  los congresos de los países firmantes para el segundo semestre de ese año.

Las declaraciones de Ross alarmaron a las autoridades mexicanas, que quisieran que la supuesta renegociación del acuerdo comercial empezara ya, y terminara lo más pronto posible para enviarla al Senado,  ratificarla y aprobarla vía fast-track,  como acostumbran hacer los integrantes del gobierno actual y sus aliados abiertos y encubiertos cuando se trata de imponer decisiones unilaterales, sin escuchar la opinión de la ciudadanía; así sucedió con las llamadas reformas estructurales.

Por su parte, Andrés Manuel López Obrador, en su visita de la semana anterior a las ciudades de Nueva York y Washington en los Estados Unidos manifestó respecto a este tema durante una entrevista a la agencia financiera Bloomberg, que es poco probable que el TLCAN sea renegociado pronto, “lo que sería positivo ya que sería mejor que lo hiciéramos cuando estemos en el poder”, dijo.

Si bien la afirmación de López Obrador está condicionada a que Morena gane las elecciones de julio del 2018 con él como candidato a la Presidencia de la República, su expectativa es la correcta para el país, en el sentido de que no hay prisa para sacar un acuerdo de modificación del TLCAN para mañana, como lo desearían los empleados de Peña Nieto.

Una eventual renegociación del TLCAN merece de manera previa una evaluación objetiva para determinar  los beneficios y daños que su adopción durante poco más de 23 años ha traído para el país. Esa tarea, además de llevar tiempo y requerir la participación de los actores directos de su implementación y práctica; esto es los integrantes de los sectores productivos del país, debe hacerse en los albores de un gobierno y no en sus postrimerías, como lo proponen los funcionarios de la administración actual y sus representantes en el Congreso.

Los resultados de las acciones y las omisiones de la administración que encabeza Peña Nieto han dejado insatisfechos a la inmensa mayoría de los mexicanos en prácticamente todos los ámbitos. Así lo reflejan las encuestas de opinión sobre su popularidad y aprobación entre la población. Así lo muestran también los comentarios de los analistas sobre el papel que ha desempeñado durante su mandato y, particularmente, en su tímida y sumisa relación frente a las los decretos, u órdenes ejecutivas, que ha puesto en práctica el aún nobel Presidente estadounidense.

Ante esa realidad, lo coherente o racional, lo democrático, y lo cívicamente correcto, es que la renegociación del TLCAN se posponga hasta que el nuevo gobierno de la República sea electo y tome posesión del cargo, tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo.

Posponer la renegociación del TLCAN para principios del 2019 no cambiaría en absoluto la relación previsible para los siguientes dos años en materia comercial y económica con los Estados Unidos. Si en el inter se imponen acciones unilaterales por parte del gobierno estadunidense, como aquellas con las que ha amagado el Presidente Trump, por ejemplo: imposición de aranceles unilaterales a la importación de productos mexicanos, presiones a empresas estadounidenses para que no inviertan en México, reducción inducida a las importaciones de bienes producidos por empresas estadounidense establecidas en México, entre otras, habría que responderle con medidas equivalentes e inmediatas. Desde luego que para ello se requiere voluntad política, inexistente hasta el momento.

Ante esta realidad, lo expresado por López Obradoren su entrevista con Bloomberg, debe ser una exigencia no sólo de él, sino de los dirigentes de todos los partidos políticos que se dicen representantes del sentir del pueblo de México, de quienes aspiran a participar como candidatos a la Presidencia y al Congreso de la Unión en el 2018, y sobre todo del conjunto de los mexicanos. Está en juego el futuro de la siguiente generación de mexicanos y de la Nación entera durante las siguientes décadas, no de los caprichos del círculo rojo del Presidente  Peña Nieto.