OBSERVADOR CIUDADANO

LOS DESATINOS DE LA CONSULTA 

Más allá de los resultados de la consulta popular celebrada este 1º de agosto, que con seguridad reflejarán la opinión de la mayor parte de los participantes, en el sentido de que los expresidentes de la República y los funcionarios de sus respectivos gobiernos, que hayan cometido actos de corrupción en el pasado, y lo hagan en el presente y futuro, deben ser juzgados con todo el peso de la Ley, este ejercicio ciudadano constituye, sin lugar a dudas, un primer intento por dar voz directa a los ciudadanos de este país, que tengan intención de ser escuchados sobre temas importantes, para su correcto funcionamiento.

Han repetido los críticos de la consulta, que esta resultaba innecesaria, ya que la Ley debe aplicarse obligatoriamente, y no de manera selectiva u optativa. Ciertamente lo anterior resulta una verdad de Perogrullo. Sin embargo, cabe recordar, que aún así, hasta ahora la Ley nunca se ha aplicado en ese sentido. En consecuencia, consultar sobre el particular constituye la posibilidad de que quienes exigimos su aplicación, lo ratifiquemos de manera categórica a través de este ejercicio.

La culminación del ejercicio de consulta nos ofrece la ocasión para revisar los resultados desde una perspectiva más amplia, y no solo a partir de conocer la respuesta mayoritaria de la ciudadanía.

En primer lugar, cabe reflexionar hasta dónde el papel de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, SCJN, contribuyó, con el fraseo barroco y rebuscado, a hacer confusa una pregunta tan sencilla como, si la mayoría de los ciudadanos ¿estamos, o no, de acuerdo con que se someta a investigación y juicio a funcionarios que hayan actuado con corrupción, empezando por los ex presidentes de la República, y  quienes hayan participado en tales hechos, en asociación con los señalados?

El espíritu de la reforma constitucional, para impulsar la figura de consulta popular, busca seguramente que se de una mayor y más directa participación del pueblo en la toma de decisiones que le incumben directamente. Y con preguntas complicadas y floreadas como la que la SCJN redactó, en lugar de estimular al ciudadano común a opinar, lo confunden y desalientan.

En segundo lugar, vale reflexionar si la forma complicada y estricta en que el Instituto Nacional Electoral organizó la consulta popular resultó operativa, y coadyuvó al éxito de esta. Haber restringido la posibilidad de participar en ese ejercicio, solo permitiendo hacerlo a quienes presentaran su credencial de elector en casillas correspondientes a su sección electoral correspondiente, resultó en que muchos se quedaran sin votar. Ese fue el caso del propio Presidente López Obrador, quien la propuso originalmente, y no pudo votar por encontrase de gira en una región del país lejana a su sección electoral asignada; y ese fue el caso de muchos más, que por necesidad o cualquier otra causa, se encontraban distantes de su sección electoral, para votar. Lo correcto y lógico hubiera sido establecer casillas especiales para los efectos, digamos en las 100 o 1000 ciudades con mayor población del país. ¿qué tanto hubiera variado el costo de la consulta, y qué tanto la hubiera hecho más exitosa y exenta a cuestionamientos?

Como en el caso de la SCJN, pareciera que el INE pretende complicarse la vida y complicársela a los demás de manera absurda y gratuita.

Si el INE, la SCJN, los legisladores y el gobierno pretenden realmente hacer de este tipo de consultas, una práctica de participación ciudadana frecuente, cada vez que sea necesaria, deberán pensar con creatividad y voluntad política de cambio. ¿Qué no sería posible organizar consultas con el uso de la tecnología cibernética, votar desde la casa a través de la computadora, o con centros de votación computarizados, conectados a la red? Si de seguridad se trata, pregunten a los bancos como opera la banca en línea.

Si queremos un país transparente, justo, moderno, con participación ciudadana genuina, y aplicación de la Ley puntual, entre otras virtudes, actuemos con creatividad e inteligencia, no como paranoicos resentidos y atrofiados.