LA POLARIZACIÓN ELECTORAL

En este mundo traidor
nada es verdad ni mentira
todo es según el color
del cristal con que se mira

 

Con esta metáfora podría uno resumir el debate surgido en las últimos semanas entre el gobierno federal, los líderes de organizaciones del sector empresarial, y su representante más reconocido, el multimillonario Carlos Slim Helú, por un lado, y Andrés Manuel López Obrador, y quienes como el piensan, por el otro, sobre la viabilidad económica y social de la construcción del nuevo aeropuerto para la ciudad de México, NAICM.

La diferencia es que los primeros representan a un minúsculo grupo de interés, y los segundos a la enorme mayoría de los mexicanos.

 

En lo personal considero que si Slim y asociados quieren construir el NAICM, lo deben hacer respetando la Ley y el medio ambiente, pero con su dinero exclusivamente, y devolviendo al gobierno lo que éste ha invertido hasta ahora en la obra; como ellos mismos argumentan que se hace en otra naciones civilizadas.

 

El debate en torno al tema del aeropuerto sin embargo, no es exclusivo de esa obra; es tan solo la punta del iceberg. De hecho, el debate contempla desde la perspectiva de López Obrador y quienes coinciden con él, así como millones de mexicanos que no lo respaldan de manera explícita pero en la práctica comparten sus demandas, el rechazo a la facultad que se han abrogado los gobiernos denominados neoliberales de disponer del patrimonio nacional para beneficio de unos cuantos, ya sea acomodando las leyes a su antojo, como acostumbran hacerlo, pasando por encima de las mismas; por las buenas o por las malas, y aun violentando principios de ética fundamentales.

 

En otras palabras, el discurso representado por López Obrador cuestiona la legitimidad del modelo impuesto por quienes han manejado al país desde el gobierno, y desde los círculos del poder económico, durante los últimos 35 años, como si no existieran alternativas y asumiendo criterios particulares como verdades universales. El discurso del candidato de “Juntos haremos historia” cuestiona y se opone al estado de cosas actual, que da por hecho que los actos de gobierno y las políticas públicas impuestas desde arriba, deben ser aceptadas como Ley divina y universal y no deben ser cuestionadas, aun cuando carezcan de racionalidad o legitimidad. El discurso lopezobradorista se opone por la vía de los hechos a las tesis de Francis Fukuyama, asumidas por quienes ejercen el poder político y económico en el país como axioma indiscutible. Según señala el citado autor en su libro de 1992: “El fin de la Historia y el último hombre” (The End of History and the Last Man), la historia, como lucha de ideologías, terminó con el fin de la Guerra Fría de la década de los 80´s del siglo XX, resultando en un mundo final, con una realidad universal, basado en una democracia liberal (el neoliberalismo).

 

Mientras que el grupo de poder en el gobierno y sus aliados económicos defienden como incuestionables decisiones tales como la construcción del NAICM, el desmantelamiento de Pemex, la entrega de concesiones para el aprovechamiento de los reservas petroleras del subsuelo, contempladas en las reformas en materia energética, entre muchas otras, López Obrador y sus simpatizantes consideran que deben ser revisadas a la luz de la Ley y de principios éticos fundamentales.

 

La salida de este debate no se vislumbra sencilla, ya que aun cuando una gran mayoría de mexicanos consideran que el modelo de desarrollo para el país debe ser revisado de acuerdo a los criterios señalados, y solo un pequeño grupo de beneficiarios del modelo neoliberal abogan por su permanencia, estos cuentan con el respaldo incondicional de los grupos de poder económico y financiero a nivel internacional que dominan la escena mundial actualmente, ya que a estos es a quienes en buena medida se han venido entregando, y con quienes se han comprometido, las concesiones para usufructuar las reservas petroleras y mineras del país, se ha concesionado la función de la banca, y la mayor parte de las actividades estratégicas que tiene el signo de dólares por delante.

El avance de López Obrador en las encuestas no hace sino mostrar el gran respaldo que el candidato presidencial de la coalición “Juntos haremos historia” ha venido obteniendo de la población, por el tema señalado en esta reflexión y otros motivos. De allí que sus opositores, han decidido de manera formal, o como un acto reflejo,  construir un frente común para evitar que el morenista obtenga el 1º de julio entrante el triunfo en la elección presidencial. De allí también la súbita incorporación al equipo de José Antonio Meade de actores políticos que se autocalificaban  en algún momento como fuertes críticos del PRI y el gobierno federal, como el ex aspirante a candidato independiente a la presidencia, Armando Ríos Peter, y el gobernador perredista de Michoacán, Silvano Aureoles Conejo. De allí  la aparición del TUCAM (todos unidos contra Andrés Manuel) que hizo su debut en el debate entre los candidatos presidenciales del domingo por la noche,

En este contexto, se hace indispensable la organización de una amplia red ciudadana que además de garantizar una votación masiva el día de la elección, tenga la capacidad de cuidar que la voluntad ciudadana a través del sufragio sea respetada.