Tras bambalinas
¡Nos quemamos..!
Nos incendiamos y no hay intervención seria.
El monte de atrás de Morelia, en el mismo municipio, se quema hace ya un mes y no hay quién detenga el fuego.
Los ejidatarios y habitantes de San Miguel del Monte, Jesús del Monte…. hasta Pico Azul , han salido a ayudarse pero de la manera más primitiva que pueden como si el monte sólo fuera de ellos.
Al incendio vino su organización ejidal y los “corta fuegos” -ellos mismos- que sacaron azadones, machetes, hoces, y lo que entre los vecinos encontraron. Sus zapatos se quemaban, porque las suelas son de hule, muchos de ellos usan tenis.
Su agua se agota y lo seco del propio campo hace que el fuego encuentre camino y vaya de arriba hasta abajo.
Los ejidatarios y miembros de las rancherías se organizan para preparar comida y acercar a sus traga fuegos, otros van a buscar ayuda: la CFE les dotó de algunas botas y equipo de guantes, los que tenían al alcance.
El mercado de abastos les ha dado insumos para preparar alimentos, pero, al llamado a las fuerzas armadas, ¿cómo les diremos? Ejército? Guardias rurales? Policía? Policía turística? Fuerzas armadas? Cómo se les llame, respondieron que cuando los traga fuegos no pudieran con el control, entonces ellos entrarían a contener.
¿Quién o cómo inició el fuego? Es un tema a resolver porque pudo ser accidente, pudo ser a propósito para tumbar los árboles endémicos y llenar de aguacates, como ya hacen algunos líderes políticos que se ofrecieron por cierto a ayudar a disminuir el fuego; descuido, o como sea,
pero los árboles y el bosque que se quema con todo y su fauna, NO son de particulares y no toca a los tenedores de la tierra controlar y apagar ese fuego.
Ese bosque es el que nos permite tener oxígeno, pero también nos da agua de sus manantiales gracias al tipo de árboles que hay en ese ecosistema, pero también regulan la temperatura: un árbol puede disminuir hasta en 3 grados el calor. ¿qué no sientes que nos quemamos? Pues hay que actuar.
Esta cantaleta de los derechos humanos que nos ha convertido en terriblemente individualistas es una visión miope, incompleta, de los derechos humanos.
Es cierto que en 1948 la Declaración Universal de los derechos humanos llevaba a acuerdos mínimos de respeto a la vida de cada persona, después de la guerra, pero estos derechos han evolucionado y van de lo individual a las obligaciones del Estado para con los ciudadanos y han avanzado a los derechos comunes de las comunidades y del futuro: los bienes comunes: acabar la pobreza, la malnutrición, lograr la paz, fortalecer las instituciones, apoyarnos en la cooperación; tener agua limpia para todos, cuidar los océanos, los bosques, la igualdad de oportunidades. Son concretos y medibles, y debemos alcanzar esas metas en el año 2030.
No somos individuos aislados, vivimos en comunidades y nos necesitamos, además el entorno nos permite respirar, hidratarnos, comer, hacer nuestras viviendas, ser productivos, etc.
Esta guardia nacional, urge que tenga reglas, y esta ambición por acumular en lo particular que destruye lo común, ha de virar a la corresponsabilidad. El bosque es prioridad para sobrevivir.