Murió Pepe San Martín

Murió Pepe San Martín, creador de la Feria Nacional del Novillero y de Fiesta Futura
¿Qué, murió don Pepe?
Me acabo de enterar. Y lo lamento profundamente porque la fiesta brava ha perdido a uno de sus más grandes promotores de este nuestro México lindo y querido tan lacerado y sometido. Sí, no exagero, uno de los más grandes, si no es que el mayor de todos, porque vaya que hizo historia al transitar. Y su historia es brillante, tanto como la luna llena que puedo disfrutar en mi Curimeo querido, donde el neblumo todavía no llega.
Don Pepe San Martín se va con 82 años a cuestas y un titipuchal de anécdotas y experiencias taurinas, porque hizo toreros e hizo fiesta durante medio siglo. Yo lo conocí y empecé a tratar cuando traía de niños toreros a Joselito Adame, Pepe López e Hilda Tenorio, luego sumó a Juanito Chávez. Me visitaba o me hacía llamada telefónica de cualquier parte del país: “Señor Tapia”, me decía con su voz grave, sonora, de bajo cantante operístico.
Me daba pelos y señales de lo que iba a pasar o de lo que había pasado. Siempre con el pedimento de “échenos la mano, Señor Tapia, por favor”. Gracias a él conocí mucho de la fiesta brava, de sus secretos, brillanteces y, hasta, de sus vericuetos y cochinadas. Me tenía mucha confianza y me platicaba de esto, aquello y lo otro, amén de que me orientaba mucho “para que tenga argumentos para defender lo que piense, diga o publique”.
Ya enfermo, cuando la edad le cayó encima, me hablaba de vez en cuando: “Señor Tapia, cómo está”. Y yo respondía con un invariable “Don Pepe”. La última vez que lo vi fue en la Monumental de Morelia, hace poco más de un año, le fue mal, muy mal: “perdí… hasta los calzones, Señor Tapia, pero pagué todo, no le quedé a deber nada a nadie”. Me platicó que ya casi estaba ciego, que un ojo no le servía, pero no se rajaba, era un hombre de arcilla, mármol y granito.
Era un taurino enterado, estudioso, bien informado y atento al acontecer taurino. Les seguía las pistas a sus toreros, y vaya que tuvo muchos, y cómo no, más de 45 años como director de la “Feria Nacional del Novillero” y, luego, muchos otros de “Fiesta Futura”. A él se le deben en gran medida las dos últimas máximas figuras mexicanas, Eulalio López el Zotoluco, el que se retiró, y Joselito Adame, el mandón actual. También le dio muchas, muchísimas tardes a la máxima figura femenina de la fiesta brava mexicana, Hilda Tenorio, a la que apoyo en serio y en serie.
Por eso y por muchísimo más, tengo yo a Don Pepe en muy alto concepto, altísimo. Sí, sí, ya sé, abundan los que dicen de él “que esto” y “que lo otro”, así sucede siempre, pero está claro que no era perfecto, nadie lo es; no era impoluto, no hay quién lo sea; no era moneda y no era oro. Era un hombre activo, dinámico, proactivo, propositivo que vivía en torero 24-7-12-365 y, cada cuatro años, 366. Le dio muchísimo a la fiesta más bella de todas las fiestas, que es la fiesta brava.
Conmigo solamente se equivocó un día, fue una ocasión en la que me pidió que hablará bien de un torero, que lo exaltara: “échenos la mano, Señor Tapia”. Y como había motivos de sobra para resaltar los atributos de quien quería destacar, yo lo hice con mucho placer. Días después llegó al Palacio Arte con un sobre repleto en la mano, lo rechacé amablemente, y le precisé que mis notas, crónicas y artículos las escribo por convencimiento, porque tengo la certeza de lo que digo y que seguramente me equivocó mucho a ojos de otros, pero que no aseguro lo que no es parte de mi verdad. Se guardó el sobre y me dio un abrazo que yo acepté gustoso y a él le quedó clara mi verticalidad. “Nunca cambie, Señor Tapia, que de los otros hay muchos”.
Se fue don Pepe, hacedor de muchos muy grandes toreros y aunque algunos terminaron en aborto, no fue por su culpa. Otros simplemente no tuvieron las suficientes cualidades para brillar. Pero a todos, absolutamente a todos, les dio oportunidades, el que aprovechó, aprovechó, y el que no, como decía don Teofilito, “pus no”.
Descanse en paz Don Pepe, que haga fiesta allá donde esté y, ojalá, acá surja otro gran promotor, maestro y empresario taurino tipo Don Pepe, porque si fueran dos, la fiesta cambiaría para bien. Sí, para bien, porque en la lucha se hace de todo, pero él hacía muchísimo bien.
¿Qué, murió Don Pepe? ¡Sí, murió don Pepe San Martín, pero dejó un enorme legado! Descanse en paz y… Así sea.