Libros de ayer y hoy
Todos somos pecadores. Cuidado con los que se creen muy buenos. Dios perdona y levanta a los pecadores que reconocen humildemente su pecado.
En tu vida.Se ha perdido el sentido del pecado, el discernimiento, a los gobernantes les parece bueno todo lo que ellos hacen, nunca reconocen que pecaron.
Vivimos en un gran engaño, creemos que estamos bien por nuestra linda cara, sin que cuenten las acciones. Queremos tapar el sol con un dedo.
Dios habla. Dios hizo al hombre bueno y le dio un programa magnífico, en su plan perfecto para dar toda la felicidad.
El Maligno hace su aparición, aparece el pecado en la historia. El pecado está muy activo entre nosotros: crimen, robos, mentiras, perversiones sexuales, mentiras. Ciegos los servidores públicos que creen que todo lo que hacen es bueno, como las iniciativas en favor de los pecados homosexuales. Están ciegos ante el mal del mundo.
La historia de la salvación es una gran lucha para convertir a los pecadores.
El mundo está lleno de pecadores. Muchos soberbios, grandes pecadores mueren en su pecado y van a la desgracia total y eterna.
Hay grandes pecadores que han sido humildes y reconocen su pecado. Es el caso de David.Es el caso de la pecadora pública que se acerca a Cristo arrepentida y le unge los pies.
El perdón de Dios hace santos como David, como la mujer del evangelio.
Es fundamental que cada uno reconozca su pecado.
Hay que pedir la gracia de ser humilde y de abrir los ojos para reconocer su maldad.
Hay grandes pecadores que no ven su pecado, todo mundo lo ve, menos ellos.
En nuestros días se ha oscurecido la conciencia moral. En el fondo, los pecadores más mañosos y endurecidos tienen conciencia del bien y del mal.
La prueba es que alaban la virtud y el bien en el discurso pero en los hechos hacen lo contrario.
Hay que reconocerlo, con humildad, hay que vencer la soberbia y reconocer una situación que hiere nuestro orgullo.Hay que cambiar de vida, radicalmente como David como la pecadora.
Cambiamos porque le tenemos confianza a Cristo, por su obra de amor, porque se entregó a la muerte por salvarnos y es la sabiduría de Dios.
En la lucha contra tu pecado necesitas estar con Cristo, sólo él puede salvarte. “El hombre se hace bueno delante de Dios…. Únicamente por la fe en Jesucristo”. Con Cristo entramos a la gloria.
La fe transforma tu persona y tu vida integralmente dando la espalda al pecado y a los vicios del mundo. Como San Pablo que afirma: “Vivo yo, pero ya no soy yo, es Cristo quien vive en mí. La transformación es total, es la cristificación.
Te puedes preguntar qué proceso vivió la pecadora para acercarse a Cristo arrepentida o qué fe tenía David para reconocer humildemente su pecado y humillarse ante Dios.
Cada uno vive un proceso personal. Lo primero hay que dejar de ser soberbio, autosuficiente, deja de creer que eres muy bueno y todo lo haces bien, como afirman siempre los gobernantes que no reconocen los pecados de su gobierno. Sé humilde ante Dios. Ningún super hombre entra en el Reino de los cielos.
Deja que Dios te venza. Reconociendo nuestro pecado, llorando de dolor, nos acercamos a Cristo, esperando su misericordia, perdón, vida nueva.
Dios enaltece a los humildes, como a David como la pecadora que es famosa en todos los pueblos cristianos. Tendrás el triunfo final, incomparable, más precioso que la copa América.
Vive plenamente. Transforma tu vida hazla maravillosa, hermosa, triunfante con la vida verdadera. Acércate a Cristo, deja que él te corrija y te renueve y haga santo.
Para reflexionar en familia. Que tu familia renueve su fe y reconozca sus vicios, adicciones, pecados y sea liberada y feliz.