Política gourmet
Manos que construyen en Apatzingán.
Gerardo A. Herrera Pérez
En la zona semiurbana de Apatzingán existen varias comunidades en donde viven segmentos de población en precariedad, entre ellas: Palo Alto, Vista Hermosa, la Joya y Joyitas. En todas ellas viven personas que se dedican al corte de limón, o bien a trabajar en la recolección de la basura en la cabecera municipal de Apatzingán.
En esta ocasión tuve la oportunidad de trabajar en Palo Alto, una comunidad que para llegar, se requiere desviar de la cinta asfáltica Apatzingán-Acahuato, por una brecha angosta y en malas condiciones que es necesario recorrer por casi tres kilómetros de largo.
Sobre la brecha de una lado y otro, solo se ven algunas casas que en su momento fueron hechas por personas que llegaron como paracaidistas, son personas que vienen de otras entidades a realizar actividades de jornaleros migrantes, todas estas casas hechas de madera y lámina de cartón y lámina galvanizada están abandonadas. Se ve, se huele, se escucha la precariedad durante todo el camino.
Al llegar a la comunidad de Palo Alto, y una vez que el polvo entro a todos los rincones del vehículo, supe que ahí son necesarios los procesos de capacitación y formación en materia de derechos humanos y las libertades para los niños y niñas, para los adolescentes y para los padres de familia.
Fui invitado a disertar sobre temas de violencia intrafamiliar, así como a trabajar con los menores en sus derechos y obligaciones.
Al entrar al Jardín de Niños, que no tiene aún nombre, pero si una gran infraestructura de domo para cubrir el patio, me encontré con varias cuestiones, primero, vi a los padres de familia, es decir, vi a la familia, al padre, a la madre y a sus hijos, ellos, es decir el papá y la mamá tomados de la mano como novios, que emoción ver esta escena de amor.
Fueron cinco parejas que en igualdad de circunstancias participaron de mi charla sobre las obligaciones de los padres en el marco de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, ellos y ellas escucharon mis comentarios con respeto y disfrutaron de mis comentarios.
Por otro lado, estaban algunas mamás sin el acompañamiento de sus esposos, pero sí de sus hijos. En conjunto hable también con los niños y las niñas y adolescentes y les hice hincapié en el desarrollo de sus responsabilidades como hijos en el seno de la familia. Desde las acciones al interior de la familia, hasta su comportamiento dentro de la casa, y en el contexto de la colonia, y desde luego de la escuela.
Posteriormente disfrute de mis actividades con sus hijos, realice un carrera por los derechos humanos, impulsamos rondallas para la integración y complementariedad, jugaron los padres de familia con sus hijos, y a partir de cerrar los ojos, identificaron quienes eran sus hijos, es decir un momento emotivo. Finalmente entregamos juegos didácticos para que todos y todas las niñas tuvieran la oportunidad de jugar en familia.
Otra cuestión importante a considerar es el mensaje final de estas actividades en las que fui invitado por capacitadores de CONAFE. Exprese la importancia de promover la cohesión social a partir de recuperar la confianza en la familia y entre los miembros de la comunidad y con sus autoridades, también la importancia de la identidad y reconocimiento del proyecto de familia, en un marco de valores y de convivencia permanente.
En estas tareas, también Emily Stephany Medina Domínguez expreso sus reflexiones sobre la importancia de trabajar a favor de la igualdad y el respeto a la dignidad humana de las mujeres, de las niñas.
Al finalizar, les indique a las y los participantes de la importancia de continuar trabajando a favor de la vida, a favor de prevenir los delitos de trata de personas, de seguir trabajando en la promoción de los derechos humanos y las libertades. Sirva esta nota para felicitar a Edgar Iván Amezcua Villanueva y Alma Isela Juárez Madriz profesora CONAFE en la comunidad de Palo Alto, así como para agradecer a los padres de familia sus aportaciones a este trabajo que realizamos.