Libre expresión/Carlos Alberto Monge Montaño

Los perremorenos…

 “Los políticos tímidos e interesados se preocupan mucho más de sus puestos que de la seguridad de su país”… Thomas Macaulay. (1800 – 1859) Historiador y político británico.

Para nadie es un secreto que los fundamentos ideológicos de los que se dicen políticos de tiempo completo, se han quedado en el olvido, a grado tal que en la búsqueda de posiciones gubernamentales y/o de “representación popular”, cambian de partido como hacerlo de calcetines, sin el menor escrúpulo, incluso si las presuntas bases ideológicas de dichos institutos políticos son opuestos. Los ejemplos sobran, pero baste recordar uno por el reconocimiento que logró y el liderazgo que ha ejercido, así como por su largo recorrido camaleónico, me refiero a Porfirio Muñoz Ledo.

Esa terrible práctica de los políticos que viven preocupados por cobrar del erario público y vivir como príncipes, muy lejos de la idea central de servir a su municipio, estado o país, mantiene tangible aquella máxima maquiavélica que señala que: “el fin justifica los medios”. Así que jugar para dos o más bandos hasta ver cuál conviene más, cambiar de chaqueta y hasta traicionar liderazgos con los que alguna vez se persignaban, pasa a un lejano segundo término.

Algo así sucede en las filas de lo que aún queda del Partido de la Revolución Democrática, donde sin empacho alguno, varios de sus militantes son evidentes operadores y porristas de Andrés Manuel López Obrador, el tabasqueño que permaneció en el Sol Azteca hasta que le convino, como también sucedió cuando pasó por el PRI.

Presuntos perredistas como los diputados federal, Fidel Calderón Torreblanca y el líder de la bancada local Juan Pablo Puebla Arévalo, además del presidente de los alcaldes del Sol Azteca, Gustavo Ávila Vázquez, entre otros y sin empacho alguno, acompañaron en la primera etapa de una gira por Michoacán, a quien ya presumen como su candidato presidencial para el 2018.

El también conocido como el Peje, a su paso por Zamora, Zacapu y Puruándiro, llamó incansablemente a la unidad, donde por supuesto, ahora sí son bienvenidos todos los perredistas que gusten; consideró que ya no es tiempo de pelearse y aunque volvió a criticar a los perredistas que votaron a favor de las Reformas Estructurales, como Silvano Aureoles Conejo, por citar un ejemplo, el Rayito de Esperanza consideró que ahora es el tiempo de la unidad, claro, la unidad en torno a él.

Mientras tanto, al líder de los perredista en el estado, Carlos Torres Piña, apenas le alcanzó para hacer un tímido llamado a que se abstengan de promover y respaldar a actores de otros partidos políticos de cara a las elecciones presidenciales… Aunque también dijo, por si las terribles dudas, que el Partido de la Revolución Democrática no está cerrado a las alianzas y por supuesto que en su momento, el dueño de MORENA podría ser una opción atractiva.

El cinismo y pragmatismo con que se desarrolla la política nacional, permiten semejantes circunstancias, especialmente en un partido que en el ámbito nacional se sostiene con alfileres.

Lo cierto es que los estatutos perredistas permiten este chaqueteo de sus militantes, que no encuentran en sus filas a un digno aspirante presidencial, así que sin duda alguna, continuarán hasta que lleguen los tiempos electorales, donde sí habría sanciones. Para ese entonces, los que hoy juegan con los dos bandos partidistas, ya tendrán más elementos para decidir si siguen o se van.

Lo correcto sería que de una vez renunciaran al PRD y respaldaran a plenitud al Peje o bien, esperaran a conocer con quién va su partido y hasta entonces definir si buscan seguir cobrando del erario público desde el Sol Azteca o MORENA.

Por lo pronto, Andrés Manuel, el ex jefe del señor de las ligas de nombre René Bejarano, el mismo que puso bajo reserva la información referente a la construcción de los pasos a desnivel en el DF por más de 3 décadas y el que como dice una cosa dice otra, regresará a Michoacán desde mañana, donde seguramente contará con el apoyo de varios perremorenos.

Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.

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