La madre Tierra, pachamama

Pachamama significa Madre Tierra, en el lenguaje Quechua y Aymara. La palabra Pacha significa mundo, universo, tiempo o lugar en tanto que Mama, significa madre. En la cultura andina, Pachamama es una deidad venerada asociada a la fertilidad y la provisión, que se considera la fuente de vida y el espacio donde se reproduce el todo,
Diversos teóricos, entre ellos, Leonardo Boff, entre otros, plantean que, la humanidad somos naturaleza, somos de la naturaleza y no en el sentido contrario, con que se ha querido ver en este modelo de sociedad moderna, Neoliberal, es decir, la naturaleza es de la humanidad y la podemos utilizar de manera irracional y depredadora.
De frente a este modelo de sociedad, tenemos que transitar de un etnocentrismo, androcentrismo y antropocentrismo a un biocentro, a la comprensión de la unicidad y los seres vivos; la humanidad, así como las plantas y los animales, dependen del agua para satisfacer sus necesidades hídricas, de la tierra para el consumo de los alimentos, del aire para respirar, y de la luz para generar condiciones de vida, pese a ello, solo hemos logrado en estos último doscientos años, someter y controlar de manera irracional a la naturaleza, con un sentido de generar hedonismo a las necesidades creadas por los medios de comunicación a través de las empresas productoras de bienes, productos y servicios.
Pero hoy, esa agua está en muchos lados contaminada, y en otros cuerpos de agua se evapora, y se ha venido saqueando, como en nuestro Lago de Pátzcuaro y en otros cuerpos de agua como el Lago de Cuitzeo, incluido el Lago de Zirahuén. La falta de control de las huertas de aguacate y los túneles de frutillas demandan cientos de miles de litros del vital líquido para su operatividad del paquete tecnológico, en donde desde luego, habrá la aplicación de sustancias químicas que dañan los suelos. Por otro lado, y sumado a que nuestros lagos son vertederos de los desechos de aguas residuales de la población cuyos drenajes se descargan en dichos mantos hídricos, la situación no es por nada para aplaudir.
En conjunto, suman a la contaminación, la polución industrial, la quema de pastizales, la aplicación de productos químicos a los procesos agroindustriales, las flatulencias del ganado, la falta de afinación de vehículos y el consumo de energía fósil y un sinfín de procesos como la quema del bosque para el cambio de uso del suelo (como el que sucede en estos momentos en Uruapan en el Cerro de Jicalán), entre otros elementos que generan la llamada emisión de gases de efecto invernadero que coadyuvan a contaminación y exterminio de especies y ecosistemas, como lo que seguimos apreciando con el legendario Lago de Pátzcuaro, aunque hay que reconocer el trabajo que realizan las instituciones y las comunidades como en el caso de la isla de Urandén y su recuperación de los manantiales.
Y que no se me olviden, los plásticos de un solo uso y otros que, inundan ya en el océano y en todas partes, si no, voltear a ver los espacios de Zamora y otros municipios donde los desechos de los túneles de las frutillas rojas se encuentran a la deriva en diversos lugares.
De cara a las diversas crisis que vivimos (ambiental, social, subjetiva, del capital financiero, pero también del miedo) una de ellas es importante porque genera vida, es detener la contaminación y evitar la emisión de gases de efecto invernadero, no solo en Morelia, Michoacán, sino en todo el planeta. Se requiere de voltear a ver a todos aquellos espacios donde se depredan los bosques para sustituir cultivos, los cuales generan impacto ambiental, por lo que las autoridades deben de tomar medidas para proteger el clima, la naturaleza y seguir con esquemas de sostenibilidad, es decir a favor de esta generación y las próximas generaciones.
Diversos teóricos nos proponen acciones para detener el deterioro ambiental y así cumplir con la Agenda 2030 de la ONU, no obstante, el modelo de hiperconsumo que vivimos, la crisis de valores comunales y sólidos por valores líquidos y de inmediatez no permiten observar la importancia de generar condiciones para la transmodernidad, de otro modelo social con valores, con modelos de consumo, con principios medioambientales, con una alfabetización ambiental o ecológica, con un pensamiento crítico y racionalidad ambiental, con una conciencia ambiental; así, muchas cosas por hacer, por generar, por transformar.
Es aquí, cuando debemos voltear a ver los principios de la Carta de la Tierra, seguir trabajando en la Agenda 2030 de la ONU, voltear a ver los contenidos a los que nos convoca Leonardo Boff y muchos otros, como Leff, Capra, Goleman, mi maestro Juan Manuel Madrigal, la Asociación Civil de Protección de Humedales del Parque Urbano Ecológico de Uruapan, así como el doctorado en Ecoeducación, de donde soy egresado y con el grado de doctor.
Y para ello, se requiere cambiar prácticas, modelos de producción, reducir el consumo, redistribuir la riqueza, la representación, el reconocimiento, disminuir la pobreza, la desigualdad. Entiendo que estas acciones nos podrían permitir mejorar las relaciones desiguales que vivimos con la Madre Tierra, porque, este es el mayor de los retos que tenemos para salvar el planeta Tierra. Me pregunto, te pregunto, les pregunto, qué podemos hacer desde nuestra realidad que vivimos, qué podemos hacer para mejorar nuestro entorno, ¿qué?, en el Día de la Tierra, me declaro como naturaleza, yo soy naturaleza.