No habrá “año de Hidalgo”; ¡Peña se prepara para 2018!

La pregunta es elemental.

¿Por qué razón, el presidente decidió mover a la procuradora, Arely Gómez, y llevarla a la secretaría de la Función Pública?

Se puede especular todo lo que gusten y manden, pero lo cierto es que la impecable hoja de servicio de la hoy ex procuradora, resultará fundamental para hacer frente al último tercio del gobierno de Enrique Peña Nieto.

¿Y por qué fundamental?

Por una razón elemental. Porque la corrupción y la transparencia en el servicio público serán no sólo el tema central en los dos años que restan de la gestión de Peña Nieto, sino que corruptelas y opacidad ya son las principales banderas en la contienda presidencial de 2018; contienda que ya arrancó.

Dicho de otro modo, para nadie es un secreto que buena parte del enojo y el desánimo social tienen origen en los escándalos de corrupción. Y es que las pillerías que abundan en todos los gobiernos y todos los partidos serán –ya lo son–, el principal combustible para calentar las candidaturas presidenciales de 2018.

Además, uno de los principales pendientes del gobierno federal es la puesta en marcha del Sistema Nacional Anticorrupción, que además de la fiscalía en la materia, se apoyará en la secretaría de la Función Pública, como la instancia responsable de las políticas en materia de transparencia y rendición de cuentas.

De esa manera –y frente a esas exigencias de carácter político electoral–, los estrategas de la casa presidencial concluyeron que uno de los mejores perfiles en cuanto a confianza, honorabilidad, credibilidad y honestidad era –y es–, el de Arely Gómez, la hasta entonces titular de la PGR.

Pero acaso lo más interesante –y la verdadera razón del cambio–, y de todo lo anterior es que la llegada de Arely Gómez a la Función Pública es que tiene la encomienda presidencial de impedir que el gobierno de Peña Nieto termine convertido en grosero “año de Hidalgo”, lo cual sería la puntilla para el PRI en la contienda electoral de 2018.

De esa manera, el mensaje es que uno de los mejores perfiles del gabinete presidencial se encargará de vigilar que la administración de Peña Nieto termine sin escándalos de corrupción.

Y es que, como ya se dijo, una de las principales banderas electorales de 2018 será justamente esa, la de las manos sucias de la política y los políticos, los partidos, los sindicatos y, en general, buena parte del Estado mexicano.

Sin embargo, la otra cara de la moneda –la llegada a la PGR del senador con licencia Raúl Cervantes–, no es precisamente la mejor noticia. ¿Por qué?

1.- Porque llega más por “amiguismo” y “cuatismo” que por cualidades. Y es que, si bien “se planchó” correctamente su llegada a la PGR en el Senado, no pocos senadores externaron malestar.

2.- Y entre tras razones de ese malestar está el hecho de que fue empujado desde “la oficina de al lado” de la casa presidencial. Y es que es público –para todo el que quiera verlo–, que existe una poderosa triada entre el Consejero Jurídico de Los Pinos, Humberto Castillejos Cervantes, el hoy titular de la PGR, Raúl Cervantes y el cuestionado titular de la Conade, Alfredo Castillo Cervantes. “¡Qué bonita familia..!” motejaban senadores del propio PRI.

3.- Pero acaso la peor carta de presentación del nuevo Procurador General de la República es que en su pasado existen por lo menos dos demandas por presunto maltrato intrafamiliar. A dos de sus parejas les habría puesto la mano encima. Y también senadores –pero sobre todo senadoras–, cuestionaban con sarcasmo. “¡Increíble, de golpeador a Procurador!”.

4.- También con el apoyo familiar, el Procurador Raúl Cervantes trató de llegar al cargo de Ministro de la Suprema Corte. Sin embargo, una indiscreción y un desaseado “planchado y lavado” del caso terminó en un intento fallido.

Raúl Cervantes será el tercer titular de la PGR y el reto que tiene en los próximos dos años es monumental.

Al tiempo.