Michoacán, en quiebra: Martínez Nateras a Sheinbaum
La muerte ajena acongoja, mientras que la propia libera.
Durante la guerra de Vietnam, los soldados estadounidenses apodaron sardónicamente a la cárcel de Hanoi, la capital vietnamita, como el “Hilton Hanoi”. Uno de los huéspedes más distinguidos de esa prisión norvietnamita lo fue el Senador Senior, por Arizona, John McCain, héroe condecorado de guerra y un gran patriota norteamericano, quien este sábado, 25 de agosto, a los 81 años de edad, partió de este mundo con rumbo al olimpo de la historia.
Fue prisionero de guerra por más de 5 años (1967-1973), tiempo en el que fue torturado y vejado, más que para romper su cuerpo, lo que sucedió en repetidas ocasiones, para romper su alma, lo que no lograron; su caballerosidad, congruencia y firmeza de ideales en su vida política posterior así lo demuestran.
Fue un republicano conservador, con el que políticamente pude no estar de acuerdo las más de las veces, como buen demócrata que sería si fuera gringo, pero, nobleza obliga: El senador McCain fue un gran ser humano, con luces y sombras como todos nosotros, y un hombre cabal, quien recibió, en vida, grandes elogios y reconocimientos de sus rivales, algo de lo que no muchos políticos pueden presumir.
Un acto que lo describe de cuerpo completo -para que entiendan el porqué de mi tristeza ante su perdida- sucedió el 10 de octubre de 2008, en plena campaña electoral por la presidencia de los Estados Unidos, McCain versus Obama (duelo de titanes), una típica wasp (White, Anglo-Saxon and Protestant), republicana off course, en un evento de campaña del candidato presidencial McCain, al micrófono dijo “No puedo confiar en Obama… es un árabe…”, a lo que el senador McCain respondió, arrebatándole educadamente el micrófono y con una molestia visible ante los comentarios xenófobos sobre su RIVAL -si de su RIVAL con letras mayúsculas- “No señora, no señora. Él es un ciudadano decente, hombre de familia, con el que sucede que tengo desacuerdos en asuntos fundamentales, y de eso es de lo que se trata esta campaña”. ¡Guau!
Me pongo de pie y me quito el sombrero ante uno de los gestos políticos más gentiles que he visto; gestos que no es común ver en la política de nuestro país by de the way, lo más parecido fue lo acontecido en la reunión del presidente electo AMLO y el candidato perdedor Meade; la gran diferencia es que este noble gesto fue a toro pasado y no durante la contienda. La realidad es que aquí en México, los primeros en insultar a sus rivales son los mismos candidatos, que podemos esperar de sus seguidores.
Retomando, lo que hizo el Senador McCain en ese mitin del Partido Republicano, es sin duda un ejemplo de lo que debiera ser la política aquí y en china. Debemos dejar en el pasado la visión schmittiana de amigo-enemigo al hacer política, para actuar desde la perspectiva aliado-opositor, con lo cual se eleva la calidad del debate y se contribuye a la estabilidad democrática. Estados Unidos se desvió de esa vía y avanza a trumpicones.
Sin duda, McCain es el arquetipo de Republicano y no el clown que actualmente despacha en la Oficina Oval de la Casa Blanca.
En fin, estoy ansioso por escuchar la elegía que muy probablemente dará Barack Obama en los oficios fúnebres del Senador McCain, a los cuales no debe asistir el ya referido clown, por petición expresa del Senador antes de morir; serán palabras que perdurarán en la memoria política de los Estados Unidos, que inevitablemente me harán derramar otras lágrimas más en memoria de John Sidney McCain III, como las que vertí al saber de su muerte y al escribir estas muy humildes líneas.
Otrosí: Se puede ser Obamalover y gran admirador de McCain, esa es la lección que ambos dieron al mundo.