Ética de cuidados y cohesión social

Cada ocasión que me encuentro en Apatzingán, me recuerdo la importancia que tiene la vinculación social, la cohesión social, las personas, los grupos prioritarios, las infancias, las adolescencias. En esta nueva época en la que regresé, en este mismo 2025, a este hermoso lugar de la Tierra Caliente después de la pandemia, de nueva cuenta me reencuentro con grandes personas con las que conviví y que las saludo con cariño, con respeto, pero sobre todo continuando el diálogo que mantuvimos durante el desarrollo del programa Cohesión Social Apatzingán por varios años.
En este ir y venir del trabajo de Cohesión Social, en donde invertimos para el tejido social cientos de horas en información y formación, se sumaron muchas voluntades; compromiso y respeto del trabajo de hombres y mujeres, de juventudes, así como de docentes de diferentes niveles escolares, desde el preescolar hasta la educación superior.
En esos años de trabajo, logramos impulsar acciones acompañados de liderazgos y perfiles que se encontraban en formación, y que hoy ya probados trabajan a favor de la educación en la región. Lo mismo estuvimos en centros escolares, que, en las estructuras públicas del ayuntamiento principalmente con quien fue regidor Alejandro Contreras, así como con diversos liderazgos de diferentes organizaciones civiles, empresariales, laborales, pero también religiosas, visitando y trabajando a favor de la paz y la convivencia social. Recuerdo la presencia del trabajo colaborativo, incluso con la mesa de seguridad y paz, en donde tuvimos la oportunidad de trabajar con elementos del ejército.
Han sido diversos los perfiles con los que hemos colaborado de manera conjunta y comprometida, entre ellos, la maestra Jercinda Hernández Barragán, un ícono en el trabajo social, en el ejercicio de la prosociabilidad. La maestra Jercinda Hernández Barragán, a quien conocí a través de Javier Zúñiga Hernández, su hijo y de Emily Stephany Medina y de Alejandro Contreras, y con quienes hemos impulsado diversas actividades a favor de la población de aquella región; Emily o Fanny como le digo, se gana su posición por el gran trabajo de vinculación que realiza en la estructura social de Apatzingán, a ella, en todos lados la conocen, con ella, todos quieren colaborar, su presencia genera trabajo y compromiso por la otredad, ella y quien esto escribe impulsamos el programa Cohesión Social Apatzingán, reitero apoyados por una gran cantidad de personas, la maestra América, la doctora Mayleth, la maestra Brenda, entre otras personas.
La maestra Jercinda Hernández, extraordinaria docente, Asesor Técnico Pedagógico, generosa, comprometida con las mujeres, de escucha asertiva siempre, de respuesta inmediata a las demandas que se le presentan y con un permanente éxito en su vida, siempre tiene un comentario con juicio que obsequiar para abrir el diálogo y avanzar en las reflexiones sociales. Mi presencia en Apatzingán me anima cuando puedo contar con una aliada como ella, así como su hijo Javier, que nos ayudan a conectar con la población para fortalecer los proyectos sociales que deseamos emprender, como los relacionados con la ética de los cuidados, lo comento brevemente.
En estos tiempos, es importante trabajar con un tema fundamental en la región, es la ética de los cuidados. La ética de los cuidados, es un conjunto de reglas que debemos de abordar para mejorar nuestras prácticas en sociedad.
En mi condición de estudioso de los procesos sociales, tuve en su momento la oportunidad de leer distintos textos de Leonardo Boff, entre ellos, la Carta de la Tierra, y él en su texto de Cuidados de la Tierra, nos expresa que, Cuando amamos cuidamos y cuando cuidamos amamos, el cuidado constituye la categoría central del nuevo paradigma de civilización que se trata de emergen en todo el mundo. Insiste él que el cuidado asume una doble función de prevención de daños futuros y regeneración de daños pasados, todo aquello que hemos hecho más por el individualismo, la acumulación, el ejercicio del poder y el éxito.
Necesitamos saber cuidar, ese es el compromiso humano; saber cuidar de sí mismo, es decir el autocuidado corporal y espiritual. Saber cuidar de los otros: cercanos a nosotros, lejanos a nosotros, debemos aprender hacer vínculos emocionales. Saber cuidar de nuestro intelecto, haciendo que transitemos de un intelecto instrumental (somete, controla y disciplina al otro) a un altruismo cognitivo (reflexivo, pensamiento crítico). Saber cuidar a los extraños, es decir, cuidar los bienes públicos que generan las condiciones de equidad y protegen a los otros, sí, la solidaridad permanente. Finalmente cuidar del planeta, a través de controlar el consumo, y dejar de ser hedonistas, en búsqueda del placer por las marcas, y todas aquellas adicciones que nos someten.
Les pregunto y me pregunto porque es importante mi cuidado, la respuesta a este cuestionamiento es que debemos cuidar nuestro cuerpo y nuestro espíritu; el cuerpo como el sitio desde donde puedo ser y habitar, por ello, mi compromiso con los autocuidados en salud, expresión corporal, estética, pero igualmente debo cuidar el espíritu, a través del autoconocimiento, autoestima y autoregulación, es decir los tres elementos para generar la autonomía. Pero además el conocimiento y control de los sentimientos negativos o aflictivos como la ira, la avaricia, los celos. Todo ello en un proyecto de vida que nos conecte con la otredad, no solo con el que es humano, sino con los elementos de la naturaleza al cuidarlos y al cuidar en general de los seres vivos.
Necesitamos saber cuidar de los cercanos y lejanos, ello, es fundamental. El cuidado de los cercanos significa saber hacer cohesión social (confianza, identidad, pertenencia, valores sólidos, convivencia, fraternidad, participación, un modelo que durante más de cuatro años realice a través del programa Cohesión Social Apatzingán, con acompañamiento de Fanny Medina, así como Alejandro Contreras y muchas otras personas); necesitamos saber hacer amigos, saber establecer relaciones de pareja.
Pero igualmente requerimos de cuidar a los lejanos, es decir, saber hacer redes de apoyo social con otras organizaciones, con redes profesionales, que nos permitan coadyuvar a nuestros procesos de comunicación y de formación de valores.
Por otro lado, debemos de impulsar acciones para saber cuidar de los extraños, de aquellos que no conozco: de esta manera saber cuidar y fortalecer la producción de los bienes públicos. Generar bienes públicos permite la equidad y protege a los otros en un ejercicio permanente de solidaridad. Pero igualmente la participación política y el ejercicio ético en la vida púbica es fundamental, de ahí la importancia de trabajar en la formación política.
Requerimos saber de cuidar del planeta, es decir, la austeridad como un valor fundamental de vida y expresión social, frente al consumo desmedido, reflexionar, rechazar, reciclar, reducir, y otras “R”.
Este paradigma del cuidado, está sustentado en las reflexiones teóricas y epistémicas de Bernardo Toro, así como en la vinculación con los Cuidados de la Tierra, de Leonardo Boff. De alguna manera también con algunas reflexiones que hemos tenido con el doctor Mateo Castillo Ceja, miembro de la Carta de la Tierra; y desde luego con cientos de personas en mi caminar generando reflexiones sobre la importancia de trabajar en el cuidado del otro, en los principios de respeto a los derechos humanos, igualdad y no discriminación, perspectiva de género, interculturalidad, cultura de paz y sostenibilidad.