Poder y dinero
Embarazos adolescentes
Cuando preguntas a qué edad se casaron los abuelos o cuántos años tenía la abuela cuando fue mamá, nos dirá que a los 16 o a los 19… pero también sabremos que en su tiempo, no iban a la escuela las mujeres, y la vida era fundamentalmente rural… y la esperanza de vida era de 34 años. La esperanza de vida es hoy de más de 78 años para las mujeres: más del doble de 1930.
Hoy la escolaridad en nivel medio superior es de 9.1 años de escuela y, con el programa de Oportunidades/Prospera, el número de mujeres alcanzó al de niños en escuela, salvo que, la deserción en prepa tiene que ver 1 de cada 3, con embarazos.
En tiempo de nuestras abuelas, las familias nucleares eran grandes: 10, 12 hijos, y los abuelos y tíos solían vivir en el mismo solar y acompañarse en las labores para sobrevivir juntos. Hoy, el número de integrantes de una familia suele ser de 2, lo que hace mucho más difícil la sobrevivencia sumando esfuerzos de sus integrantes para traer ingresos a casa. La mamá, o los papás, se ocupan de salir a trabajar con el objetivo de lograr que sus hijos o hijas puedan asistir a la escuela y tener una carrera para que les vaya mejor…
Antes, la idea generalizada y jamás cuestionada, era que las mujeres habían de casarse, tener hijos y servir al marido lavando, planchando, cocinando, limpiando la casa. Hoy reconocemos todos, o la gran mayoría, que las mujeres y los hombres tenemos el mismo valor esencial y sabemos que tanto hombres como mujeres podemos tener una profesión, ser útiles fuera de casa y recibir un sueldo por el trabajo que realizamos, además de compartir la vida con una pareja, pareja… por eso los jefes y jefas de familia pretenden “sacar adelante” a sus hijos con escuela, carrera, y mejores condiciones de vida… sin embargo…
La deserción escolar por embarazos, no es una minucia, sino que es un alarmante aumento en menores de 14 años… que suman ya 3 de cada 10 embarazos en nuestro estado.
Y NO es que las chicas quieran ser mamás apenas aparece su adolescencia, estoy casi segura… más bien las vemos ponerse lindas, arreglarse, salir a la escuela, buscar ser aceptadas en el grupo social al que ingresan apenas salen de primaria y secundaria, y las oímos soñar en ser pilotos, enfermeras, médicas, agrónomas… no he escuchado hace mucho a una adolescente que quiera pronto convertirse en mamá. Más bien son otras razones las que las convierten en mamás y dejan fuera posibilidades de desarrollo personal, académico y el mismo motivo de ser aceptadas y queridas en el espacio social al que entraron y para lo que se esmeraban en estar muy lindas y atractivas.
Su realidad nueva es bien diferente aunque la enfrentan con valentía y con todo el esfuerzo que puedan hacer para sacar ahora adelante su embarazo y su crío. Ahora dejarán la escuela, se quedarán en casa con labores de su madre para que ésta pueda salir a conseguir el sustento de un bebé más o, deben salir ellas con su criatura a encontrar un refugio, un trabajo y alguien que les cuide al chiquito mientras ellas salen a trabajar.
Y los papás de las criaturas, que también son apenas criaturas adolescentes ellos mismos. Que ni se hacen responsables por el embarazo, ni por la chica, ni tuvieron el cuidado de prevenir el embarazo con el uso de un condón, ¡qué va! Casi ni una chica cuenta con su pareja para salir adelante, además de su tristeza y la carga que llevarán social, económica y familiar.
¿Qué hacemos con nuestros adolescentes? Creo que hemos bajado la guardia en el tema. Debiéramos volver a la carga con muchos más espacios de esparcimiento, deporte, iluminado, digno, acompañado; volver a la terca y tosuda clase de prevención del embarazo, o de sexualidad bien orientada, la insistencia en el valor corporal e integral de las chicas; la provisión de condones a los chicos en los días que puede crecer el tiempo de compartir tiempo en lo oscurito; nombrar comités de padres/madres para maternales que vigilen, sí, que vigilen por dónde andan los chicos y las chicas. Siguen siendo nuestros hijos y, así como nos toca alimentarlos, vestirlos, protegerlos de las inclemencias del tiempo, enseñarles el lenguaje, acompañarles a aprender a caminar, llevarlos a la escuela, darles estructuras de límites y orden, nos toca acompañarlos a enfrentar la vida. Y sé que lo podemos hacer: en estas semanas he ido descubriendo que en cada colonia sí hay ciudadanas y ciudadanos generosos que ocupan parte de su tiempo en cuidar a sus vecinos. Las y los adolescentes, son de nuestros vecinos más preciados: El estado mismo ha invertido en su escuela, su salud, su alimentación, si lo quieres ver como costo beneficio, pero son además nuestros vecinos con mayor potencial por desarrollar, están llenos de sueños y ganas de ser muy valorados.