Reflexión dominical
Supe del toque de queda a temprana edad cuando nos resguardaban a familias de militares, alguna vez por terremotos, otras por huracanes y una más por ‘desencuentros’ con el Ejército Zapatista, creo la de mayores días; hoy no es eso, hoy es #QuédateEnCasa ante una contingencia sanitaria que parece no culminará pronto.
Estos dedos que teclean a todas horas, hoy no quieren criticar, hoy solo quieren ser esperanzadores y de espíritu positivo, confiados en que pronto retornaremos al mundo habitual.
Han sido noches de insomnio como muchos sé que lo tienen ante la incertidumbre de ser contagiados, te preocupan los tuyos, sientes dolor en la garganta y no sabes si fue el ventilador de la noche anterior o que ya te cayó el chahuistle; llegas a salir por una compra necesaria y urgente y ves y te ven con cara de virus, tus manos ya no saben cuántas veces las lavarás con agua y jabón, cloro, gel y hasta lysol pa’ que amarre y te van quedando resecas como cecina para aporreado calentano.
Los cubrebocas los quieres, pero ya no sabes si para pedirle al presidente AMLO que los use porque así se ve más bonito o para decirle que eso le da más protección que sus insignias religiosas.
Luego amanece y las redes sociales te hablan del avance de las muertes y contagios; por más que el dedito índice señalador en la pantalla del celular se mueva y mueva hacia arriba, es el tema.
Para quienes tenemos la fortuna de quedarnos en casa, nos percatamos que en redes sociales ha aparecido cuanto chef conocedor del arte culinario, otros más se aferran a las series de Netflix para apaciguar el miedo, pero se encuentran con la del Milagro en la celda 7 y se ponen más llorosos, algunos incluso ochenteros le han entrado al tik tok haciéndole a la Erika Buenfil junto a los chiquillos de la casa, que ya aplicaron la de los juegos de mesa, videojuegos, la comidita, las escondidas, la pintura al óleo, y variedad de actividades para distraerles.
Está también aquel de librería que retomó el hábito lector de obras inconclusas, el resucitado deportista, el que hace la talacha después de que durante un año la esposa le insistiera que era tiempo de cambiar los focos o pintar la casa; otros como yo de cuarentona en cuarentena, hacemos el home office sin concentrancia, hay quien sube imágenes de la conversación virtual familiar, los que brindan, los que rezan, los que hacen yoga e introspección; y mil cosas para seguirle sumando fe y horas a la vida.
Y así luego de pasar por aquello del face de los retos logrados, que si el juego de qué carta de la lotería eres, que 5 formas de decir tu nombre, que si el meme de la Esperancita, que si solo Chabelo sobrevivirá a la pandemia, ahora sí todos envidiándolo…se cierran las noches en las que se agradece estar aquí y con los tuyos.
Soñé a mi madre muerta y borré su imagen para no seguirla, mi hija soñó mi camino al cielo apenas ayer; pero sé que es solo el temor en medio del tic tac de la cuarentena que nos pone vulnerables y nos hace empáticos con quiénes han sufrido pérdidas y queremos que las horas corran aprisa para que no nos alcance y sigamos apostándole a la vida que a eso vinimos.
De todo esto “algo bueno”: el anuncio del Gobernador michoacano de incrementar el 60 por ciento del salario a los ángeles de blanco que cuidan nuestra salud.
“Algo malo”: que el mandatario federal de la 4T busque la revocación de mandato en medio de la crisis sanitaria y que además ahora entre la farándula de comediantes y actrices quiera encontrar nuevos adversarios a su política, de la que hablaremos próximamente.
Mejor cerrémosle la puerta, digo no a AMLO, sí al coronavirus.
Hoy al coronel no le escribo, en otra ocasión será, que me responda…quién sabe.