Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas

La Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, órgano independiente sectorizado a la Secretaría de Gobernación, se encuentra a la espera de su titular, quien surgirá de una terna enviada por el Ejecutivo Federal y seleccionada por el Senado de la República. Los tiempos se han ido alargando y la espera desespera a quienes son (o deben ser) sus beneficiarios, las víctimas y sus familiares. La inquina y la crisis moral se ha apoderado de este proceso en el Senado, como en muchos otros casos donde el medio para llegar es lo de menos.

He leído los trascendidos (que no son más que eso) de que una de las integrantes de la terna, la Dra. Mara Gómez Pérez, habría ofrecido cargos en esa Comisión a las víctimas y sus familiares de ser ungida en el cargo. Esa especie sin traducción al mundo jurídico para deslindar las responsabilidades que pudiera haber ante una acusación de tal naturaleza lastima los derechos al honor y a la presunción de inocencia de la Dra. Gómez Pérez, a quien tuve la oportunidad de conocer a su paso por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM con motivo de su doctorado en derecho del que egresó con las mejores notas posibles.

Mara no se dedica a la política. Es una técnica del derecho con un profundo compromiso con los derechos humanos no sólo como objeto de estudio, sino como práctica de vida. Es por esta razón que, teniendo la oportunidad de tener un espacio periodístico, no podría dejar pasar esta injuria de la que es objeto esta joven y honesta mujer que busca en el servicio público servir y no servirse, lo que se puede decir sólo de muy pocas personas. Es probable que precisamente por su perfil sea destino de acusaciones embozadas en el anonimato, con la finalidad de dificultar su arribo a esa Comisión y destruir su bien ganado prestigio público.

Los nombramientos políticos no están, por su propia naturaleza, basados en la meritocracia o por lo menos suelen constituir la excepción a la regla. Se deciden en razón y medida de las circunstancias políticas de cada caso concreto. Esa realidad, empero, no debe ser justificante para lastimar la dignidad de quienes de buena fe aceptan participar en esos ejercicios puestos a consideración de cuerpos colegiados que tienen la última palabra. No sé si Mara sea electa o no, pero sí me consta que es una persona íntegra y con un gran perfil para desempeñar con solvencia un cargo de tal naturaleza. La Comisión de referencia ha tenido problemas de eficacia y de manejo pulcro de recursos en el sentido amplio de la expresión, razón por la cual se requiere dotarla de personas con un alto nivel ético y profesional como el de Mara, hoy injuriada, acaso precisamente por tener esas prendas personales que la honran y que tendrían un efecto positivo con su designación en el cargo en cuestión que ha estado a la deriva.

El propio Senado y sus comisiones unidas que forman parte del primer círculo de decisión deberían no sólo desestimar acusaciones banales contra Mara, sino ponerlas a consideración de la autoridad competente para inhibir este tipo de deleznables prácticas que también ponen afectan estos procesos de toma de decisiones.

El senador Cristóbal Arias Solís, presidente de la Comisión de Gobernación del Senado, es un hombre formado, prudente y con ética política, a quien conozco personalmente por su desempeño en otras responsabilidades públicas a lo largo de varios años. Cristóbal, líder natural, debería conducir (si no lo está haciendo ya) ese proceso al margen, dentro de lo que es posible en política, con criterios reales de pertinencia e idoneidad como requisitos para designar a la persona que dirija esa Comisión que, por las circunstancias que vive el país, reclama resultados, rendición de cuentas y empatía con el objeto que animó la creación de semejante institución que hoy se encuentra en la encrucijada por cuanto hace a su razón de existir. Es de esperar por el bien de la comunidad que así sea.

@evillanuevamx

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