Xóchitl vidit et vicit
Cada cinco de junio se conmemora el Día mundial del medio ambiente; es una fecha que nos hace recordar las crisis (medioambiental, social, subjetiva, de salud, educación, de capital financiero y ahora el miedo) que vivimos como modelo económico en donde la naturaleza llevó, desde hace quinientos años (Sistema Mundo) la peor parte, fue sometida, saqueada y depredada en sus recursos por humanos voraces y hoy en la posmodernidad, por los propietarios de las empresas transnacionales, que para dar atención al mercado global requieren de materia prima proveniente de la naturaleza y la tierra.
Una gran cantidad de personas, grupos, escuelas, lideres sociales, activistas comprometidos, grupos sociales de colonias, se encuentran colaborando para atender los derechos de la naturaleza, de la biodiversidad, de la tierra, pero aún falta mucho por hacer; pese a la existencia de la Agenda 2030 los Objetivos del Desarrollo Sostenible, de la Carta de la Tierra, documento filosófico y espiritual para la construcción de una nueva aldea global, así como la Agenda 2050 de la OCDE, seguimos observando tiraderos de desechos sólidos a cielo abierto, contaminación de ríos y mantos friáticos, utilización de paquetes tecnológicos agrícolas de sustancias tóxicas que generan daños a la tierra, pero también para la sociedad; todo ello, impacta a la población con enfermedades como el cáncer y otras enfermedades crónicas degenerativas, incluidos el nacimiento de neonatos con discapacidad, otros con hidrocefalia.
Quiero regresar a reflexionar sobre la Carta de la Tierra, el documento nos comparte las diversas formas en que estamos deteriorando el medio ambiente derivado de nuestro hedonismo social, y el mismo explica de manera explícita, pero también detallada, cuales son los escenarios en los que vive y transita el medio ambiente, pero igualmente nos ofrece diversas formas de como atender los problemas de sostenibilidad, de contaminación, del calentamiento global, así como de otros tantos problemas, que se encuentran destruyendo los ecosistemas naturales que mantienen la vida, a los seres vivos.
Requerimos de crear y desarrollar una inteligencia ambiental, igualmente con una inteligencia emocional, pero también la creación y desarrollo de una conciencia ambiental, que nos permita desarrollarnos espiritualmente para tratar con conocimiento, saberes, compasión y amor, a nuestro único hogar, la Tierra.
Así, hoy me comprometo a seguir impulsando el compromiso de las personas, en el cuidado del consumo, y en el ejercicio de atender y comprender los talleres de las 8 “R”, los cuales resignifican el valor de atender las necesidades del medio ambiente y evitar dejar la huella de carbono en nuestras actividades cotidianas. Con pocas acciones como cuidar el agua, revisar las tuberías, los filtros, las llaves, o bien, en el cuidado de la luz, que no dejan de ser acciones simples, pero que pueden ser de gran impacto. Yo cuido al medio ambiente, ¿y tú lo haces?.