La opción
Uruapan, Michoacán, 18 de junio del 2016
El combate a la pobreza se complica cuando los pobres no tienen nada; el quid es: ¿cómo hacerle para ayudarlos a salir del drama de ser pobre?
Sin duda el tema es un tema álgido y preocupación de todas las naciones, por lo que no pretendo pontificar en cómo combatir la pobreza, pero si puedo compartir contigo, estimado lector, algunas reflexiones y puntos de vista que despierten tu mente para buscar, a través de la sinergia del pensamiento humano, uno o varios caminos de solución.
Cuando el pobre tiene estudios o un pedacito de tierra, algo se puede hacer a través de la organización inteligente y la tecnología, pero cuando no tiene nada, parece ser que el camino es el subempleo, es decir, darle la oportunidad de tener un trabajo, aunque sea mal pagado, para que pueda subsistir,… o de plano mantenerlo; lo que es denigrante y atenta contra principios de humanidad básicos, por lo que en lo personal, salvo medidas temporales por crisis, descarto la humillación e irresponsabilidad que significa mantener a un ser humano, al tiempo que no me satisface la precaria solución de un subempleo de subsistencia; de ahí el cuestionamiento básico de este artículo: ¿Qué hacer para combatir digna y eficazmente la pobreza?
Partamos de algunas premisas: 1.- Todo hombre (obvio, y mujer) tiene el derecho de vivir con la dignidad de persona con un trabajo de ocho horas. 2.- El asistencialismo, por definición, debe orientarse a transitar a los pobres del sector asistencial al sector productivo; y debe, por necesidad, ser temporal. 3.- El trabajo subordinado dentro del modelo neoliberal, tiende a un modelo de esclavitud moderna; por lo que los esfuerzos institucionales deben orientarse a un cambio de modelo en forma gradual y paralela y a promover la creatividad y el emprendedurismo. 5.- Todo apoyo para el desarrollo social y humano debe estar ajeno a intereses políticos y electorales (u obviamente partidistas) o se corrompe. 6.- Los procesos de cambio y desarrollo social, por su naturaleza son lentos ya que implican cambios de conducta humana, organización e inversión en infraestructura y proyectos productivos, por ello: es necesario, en forma paralela a los planes de desarrollo social y humano, implementar proyectos y procesos que permitan la subsistencia de los involucrados (beneficiarios), en lo que se logra el cambio o la transición. 7.- Los pobres son, desgraciadamente, negocio para quienes les explotan o se benefician política y económicamente de sus necesidades, es decir, habrá fuerzas e intereses que se opongan al cambio por los beneficios particulares o de grupo que les dejan los pobres, hay que acabar con ello. 9.- El cambio de las personas para sentar las bases educativas, sociales y culturales para que transiten de ser pobres a entes productivos, requieren de la convicción y esfuerzo del involucrado; es decir, depende del pobre, de su interés y esfuerzo el dejar de serlo. Sin duda existirán personas que prefieren evitar el esfuerzo que implica recuperar su dignidad de ciudadanos que aportan y no ser de los que gravitan y viven de la caridad; para ellos aplica el dicho del maestro Narbona (qpd): “Si la viejita no quiere cruzar la calle,… no la puedes ayudar a cruzar la calle.”, y en ese sentido me inclino por lo expresado en la Segunda Epístola del apóstol Pablo a los Tesalonicenses: “El que no quiera trabajar, que no coma.” En este sentido, se volverían responsabilidad del Estado (y de los gobiernos), todos aquellos que por su circunstancia son excluidos al no tener un patrimonio, educación o un oficio que les permita vivir, pero que están dispuestos a crecer a través de su esfuerzo y es esa responsabilidad la que requiere una respuesta amorosa, práctica y eficaz de parte del Estado (y de los gobiernos), para brindar a través de la educación, la capacitación (no, no son lo mismo), la inversión y la organización orientada a los mercados (no podemos borrar la globalización), las oportunidades para generar actividades productivas que permitan que todo aquel que se interese en trabajar, lo pueda hacer de manera tal que ese esfuerzo sea suficiente para vivir con la dignidad que todo ciudadano mexicano merece ¡Entendamos!: No se puede ser digno si no se es libre, no se es libre si no se cuenta con lo básico para vivir, no se puede contar con lo básico para vivir, si unos acumulan en demasía lo que a otros les hace falta. Si bien consideramos que es responsabilidad del Estado salvaguardar el derecho de todo ciudadano a una vida digna y lograra los equilibrios, todos debemos asumir la responsabilidad para que cada mexicano pueda acceder a una vida digna aportando ideas y beneficiándose de ellas mediante el aprovechamiento del potencial creativo de todo ser humano y el desarrollo de la capacidad creadora apoyados en la sinergia del trabajo en equipo y su aprovechamiento a través de la organización… ¡Así de sencillo!
Un saludo, una reflexión.
Santiago Heyser Beltrán
Escritor y soñador