Política gourmet
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La realización del US-México CEO Dialogue en Mérida, Yucatán, el pasado viernes 12 –mismo día en que el periodista Jorge Ramos cuestionó al presidente López Obrador sobre las contradictorias cifras en materia de seguridad que divulgan desde su gobierno- concluyó con mensajes positivos para el sureste mexicano y el país en general.
El sector comercial norteamericano ratificó su posición de no apoyar a Trump en la idea de bloquear la frontera con México a causa del incremento migratorio –en realidad se trata de un pretexto mediático producto del afán de don Donald por reelegirse- en tanto la representación oficial estadounidense manifestó que dicho tema no aparece en su agenda.
Yucatán es una excepción en materia de desarrollo y seguridad en el sureste de México y respecto a casi todo el país.
Un chiste yucateco ilustra con apego a la verdad el alto nivel de felicidad de los peninsulares:
Yucatán, ciertamente, es otro mundo y marca ejemplo…
Un evento como el US-México CEO Dialogue no podría realizarse en Coatzacoalcos, Veracruz, Tijuana, Guadalajara, Reynosa, Tepic, Acapulco, Ciudad Juárez, Ciudad de México, Puerto Vallarta, Puebla, Oaxaca, Cancún, etcétera, por la falta de infraestructura o por la ausencia de seguridad…
Nos queda Mérida y hay que cuidarlo.
Tal cual, los periodistas debemos vigilar lo que escribimos o hablamos so pena de faltar a la ética, al profesionalismo, a la complicada construcción de la verdad.
Leo artículos publicados en los principales medios de la capital del país acerca de lo que acontece en el Veracruz actual y lucen plagados de mentiras, de verdades a medias y evidentes intereses personales o de grupo.
Se ha llegado a afirmar –por ejemplo- que el Cártel Jalisco Nueva Generación está en suelo jarocho porque el actual gobernador Cuitláhuac García Jiménez le abrió la puerta.
Reporteros con larga trayectoria en la nota policiaca han dado testimonio, desde años atrás, sobre el arribo muy competitivo del CJNG a suelo veracruzano durante el sexenio de Javier Duarte de Ochoa.
“Los jaliscos” se hicieron llamar ´mata zetas´, arribaron por la frontera de la entidad en la huasteca y recibieron el refuerzo de policías ministeriales locales por órdenes del poder ejecutivo.
El 21 de septiembre del 2011 fueron arrojados 35 cadáveres de zetas frente un hotel de Boca de Río donde se reunían Procuradores de toda la República.
Aquello, además de espeluznante, fue una prueba clara de un poder político totalmente contaminado: el ejecutivo anfitrión recibió a sus pares con casi tres docenas de cuerpos son vida producto de “la lucha” interna del crimen organizado.
Ocurría, empero, que ese crimen organizado tenía nexos antiguos y nuevos con el poder institucional en Veracruz: primero los zetas y luego “jaliscos” para ´combatirlos´. abiertas las puertas en ambos casos de los dueños del poder político estatal.
Las mentiras que se publican desde los influyentes medios de la ciudad de México tampoco tampoco son tema nuevo.
Se mueven hilos en la provincia como se sacuden cuerdas en el centro: tema de análisis histórico.
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Se prevé que los días 21 y 22 abril Andrés Manuel López Obrador visite Veracruz por cuarta ocasión.
Una vez más ocurrirían dos cosas: el acuerpamiento político al gobernador Cuitláhuac García Jiménez –quien ciertamente da muestras cotidianas de requerirlo- y los reiterados anuncios de programas asistenciales que sólo cambian de nombre y están atrasados en su aplicación.
Una nueva llamada de atención a Manuel Huerta, entonces, no vendría mal para que deje de pensar en la próxima lucha electoral del 2021 y entregue resultados a los pobres ya, ya, ya.
Como lo hizo en Mérida el viernes pasado, AMLO debe anunciar en Veracruz y poner en marcha desde ahora, otra de las estructuras que aquí urgen: la inversión pública en materia de infraestructura –ya se hace con carreteras en el norte- e inversión privada en materia de productividad.
(3)Que Dios los escuche y que la Semana Santa concluya con motivos de alegría y no seas crucificados como siempre…
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Por cierto, esta temática resulta más práctica y útil que convertir la conmemoración por los 500 años del arribo de un tal Cortés a nuestras playas en una petición de disculpas al emblemático y figurativo –por decir lo menos- rey de los españoles.
¡Joder!