Burocracia: SIRED y RENADE/Erik Avilés

Erik Avilés
En estos tiempos de inicio de año, las asociaciones estatales deportivas se dan a la tarea de realizar torneos y campañas de afiliación que implican trabajo de oficina arduo y minucioso, el cual a su vez distrae de las actividades sustantivas de promover sus respectivas disciplinas deportivas.
Uno de los escollos más engorrosos que existen para poder participar en el deporte federado nacional es el del registro de atletas. Por ser obligatorio, obsoleto, lento, caro, duplicado y burocrático evoca aquellos concursos que en su momento han lanzado dependencias como la Secretaría de Economía, la Secretaría de la Función Pública, la Comisión Federal de Mejora Regulatoria, el Instituto Nacional del Emprendedor y la Comisión Federal de Competencia Económica, entre otras, para identificar trámites inútiles o absurdos, por lo que sorprende que hayamos llegado al 2019 como nación con dos entelequias que se resisten a la modernidad de la era digital y a la coordinación interinstitucional, como son el RENADE y el SIRED.
De acuerdo con la Confederación Deportiva Mexicana, A.C. (CODEME), la manera de censar a los atletas que participan del deporte federado es a través del denominado Sistema de Registro del Deporte Federado (SIRED), lo que se encuentra estipulado en el Estatuto de la Confederación Deportiva Mexicana, A.C., el cual señala a la letra que “el Sistema de Registro del Deporte Federado es el único medio de validación y verificación de los miembros de las Federaciones y Organismos Afines asociados a la CODEME”.
Esta obligación de los atletas a afiliarse y pagar de la manera citada ha resultado realmente complicada de implementarse para el deporte aficionado o escolar, por el inmenso burocratismo que genera, así como por la carencia de capacidades institucionales de las asociaciones deportivas estatales, que no cuentan con presupuesto para sostenimiento propio ni para poder contar con quien realice la penosa tarea de registro de los deportistas, el cual se realiza en una base de datos interminable con decenas de campos a llenar, en donde tanto para el de CODEME como para el de CONADE se vierten muchos datos personales con el escaso resguardo que puede brindar las asociaciones civiles estatales, que se convierten prácticamente se convierten en cajeras y mecanógrafas de las federaciones, ya que recaudan y transfieren recursos e información de los deportistas.
Por si fuera poco, la contraparte institucional no se queda atrás, ya que la CONADE tiene como una de sus atribuciones integrar y actualizar el Registro Nacional de Cultura Física y Deporte (RENADE), con la finalidad de “integrar una base de datos nacional centralizada, confiable y actualizada que proporcione un soporte para la toma de decisiones, implementación de acciones, otorgamiento de recursos económicos para el desarrollo de la cultura física y el deporte, así como el óptimo aprovechamiento de los mismos”, se menciona en su portal electrónico oficial.
Es un hecho que el de por sí escaso acceso al deporte que existe en nuestro país y en nuestra entidad en particular se complica aún más por un trámite excesivamente minucioso y burocrático que busca fichar, vigilar y controlar a los atletas, pero logra el efecto de disuadir la libre y espontánea participación de los ciudadanos.
Llevar un escalafón o ranking de los atletas a nivel nacional sí es importante, pero el registro de los deportistas debería de hacerlo una dependencia externa, ya que la propia CONADE reconoce tácitamente en su leyenda citada líneas arriba vicios de origen, ya que si el número de atletas afiliados a alguna federación o asociación es un factor que gravite para otorgar apoyo a las disciplinas deportivas, el que sea el propio deporte federado quien se encargue de registrar a los agremiados a su asociación genera efectos indeseados inmediatos, ya que monetariza a los atletas, es decir, les pone un precio doble a su cabeza, ya que la promoción del deporte a manera de afiliación se realiza a través del pago de una credencial que no parece ser sino membresía a una federación-club que recibe ingresos por partida doble, tanto del subsidio de CONADE como del pago de las afiliaciones, dinero que prácticamente no se queda en las asociaciones, sino que fortalece el centralismo de las federaciones y brinda pretextos para que la CONADE entregue discrecionalmente recursos a disciplinas determinadas.
A manera de propuesta, la Clave Única de Registro de la Población (CURP) debería de bastar para vincular información deportiva a la identidad de cada mexicano. En caso de tratarse de personas de nacionalidad extranjera, su número de pasaporte podría perfectamente servir para dar seguimiento a sus actividades deportivas. Para efectos prácticos deberían de aprovechar ambos registros individualísimos para que torno a ellos se coordinasen CODEME y CONADE, en aras de elaborar un gran registro nacional, fortaleciendo el federalismo deportivo y en su caso arropando las capacidades locales de las asociaciones estatales.
La existencia del SIRED y de su némesis, el RENADE deberían de tener sus días contados en el marco de la cuarta transformación. Esperemos se voltee a verlos con lupa y se les coloque en su justa dimensión con la inutilidad que poseen como cancerbero bicéfalo que impide el libre ejercicio del derecho al deporte de los mexicanos con burocratismo y ventanas a la corrupción.
Sus comentarios son bienvenidos en erik.aviles@gmail.com y en Twitter en @Erik_Aviles