Bandera de cabeza

Parecía que el sábado pasado, 24 de febrero, pocos se acordarían del “Día de la Bandera” como poco nos acordamos de cuidar nuestro país, y lo que lo hace fuerte. Sin embargo, pasado el mediodía empezó a circular en las redes sociales, una bandera izándose de cabeza, acompañada del himno marcial que reza: “oh Santa bandera…”en el Campo Marte, con todo el protocolo y solemnidad de los que es capaz el ejército mexicano y estando presente el jefe supremos de las fuerzas armadas.

Lo primero que piensa una es qué descuido!!! Y qué castigo para el grupo de militares que preparó la bandera para que al izarla estuviera bien colocada, seguro les van aarrestar, tal vez hasta a degradar…..

Pero luego de la reflexión primera, te preguntas si preparar una parada militar en el día de la bandera, después de que hace un  año en un evento similar, el lienzo se atoró en una estructura de metal al subir también   y se hizo girones…. Te pasa por la cabeza la idea de que no fue un error sino un mensaje bien pensado … sigues leyendo en redes y te dicen que una bandera de cabeza puede significar un mensaje de auxilio en condición de guerra… o una protesta del ejército, o por lo menos de un grupo de militares.

Para afirmar que es una protesta, bien planteada, sabiendo que todos los reflectores que puede haber un sábado en el titular del ejecutivo están ahí, sobre la bandera hermosa que es izada el día que le hacen homenaje… hay que pensar juntos, qué puede ser ese mensaje o cómo debemos plantearlo, una vez que esta equivocación fue conocida y difundida en redes.

O, cómo entre todos, podemos desagraviar a la Patria, por esa señal en la bandera.

De cabeza en el desorden político, de cabeza en el montón de corrupción que parece brotar de desde muchos políticos; no es que se denuncie a alguno, sino parece que es carrera de cuánto es corrupto uno, en comparación con la denuncia que se hace del otro. Ya no es asunto de corrupción que alarme e indigne, parecen carreras de quién robó más!

Y no sólo está de cabeza por los grandes políticos hoy en la mira de todos los mexicanos; también sigue estando en los pequeños contratos de obras y servicios en los estados, en las dependencias distintas.

Qué tanto trabajo cuesta hacer públicas las licitaciones de obra y servicio, en cualquier orden de gobierno.

Sí sí enoja, mucho, muchísimo, que haya una cadena de eslabones que atan unos eventos con otros y que las leyes se conviertan en parapetos para simular. Ya lo he dicho otras ocasiones: la ley electoral, la de coordinación fiscal, la de obras, y muchas otras, parten de la desconfianza y, como otras, en lugar de incentivar al cumplimiento, a la participacion ciudadana y su posible contraloría, al crecimiento económico de las comunidades, castiga, acorta tiempos, acota,  pone candados a la  distribución justa de oportunidades.

Me refiero por ejemplo a este beneficio que siempre parece caerle a una empresa durante una administración y luego a otro durante otra administración, que  convierte en muy inequitativo el desarrollo de oportunidades de empleo.

En todo caso, qué bien común a largo aliento genera  un gobierno, del ámbito que sea, con otorgar siempre contratos de distinto índole a una misma empresa? A la larga, las otras empresas gastan su capital en acudir a una y otra licitación y acaban por ir despidiendo a su personal, vendiendo su maquinaria, quebrando, y aumentando el desempleo general.

La pirámide de distribución de riqueza se va haciendo más ancha en la base, más pobreza y dependencia de beneficios directos que debe prestar el gobierno, más inseguridad,  necesidad de utilizar más recursos en medicina, en programas sociales, en obligar a mayor recaudación de esa que duele y no de esa que es producto de una riqueza más distribuida…

En fin, eso de mirar una bandera de cabeza, indigna, porque parece que te hace ver de bulto, lo al revés que se manejan los gobiernos y, yo como parte de ello, quiero encontrar un camino diferente de hacer que vuelva a estar erguida, de pie. Sólo encuentro que la participación ciudadana cotidiana, fuerte, la pueda enderezar.

Sólo que comprendan que los políticos son (somos) los empleados y que, como tales, es necesario que nos pidan cuentas, no cada año, sino a cada semana, como cada semana hacen corte de caja a los empleados de cualquier empresa. ¡Hay que enderezar la bandera!!