Uruapan, Michoacán, 8 de julio 2018

Con un triunfo apabullante de AMLO, México estará al filo del precipicio ante la posibilidad de un cambio para bien o un fracaso monumental.

Como todo buen mexicano creo en los milagros, es por eso que somos un pueblo Guadalupano; aunque nuestro comportamiento social nada tenga que ver con el culto a la morenita del Tepeyac, ya que somos un pueblo intrínsecamente corrupto, mentiroso, abusivo, cobarde, apático y ojais, me explico, siendo un pueblo mayoritariamente católico y abrumadoramente creyente, de forma por demás incongruente somos pecadores compulsivos, no de gratis estamos en los primeros lugares mundiales en corrupción y asesinatos y ahí está el “quid” político; ¿el cambio por el que se votó el 1º de julio dándole el triunfo a Andrés Manuel, fue para cambiar de “ladrones” en el gobierno, o para cambiar un modelo socioeconómico que tiene como eje la acumulación de las riquezas en pocas manos en perjuicio de millones de seres humanos a los que se les empuja a vivir o sobrevivir con lo mínimo, a través de un sistema que utiliza los avances de la humanidad y la tecnología para acumular la riqueza entre los “elegidos” que en automático se convierten en una élite ajena al dolor humano? Mi esperanza es que no solo tengamos en México un cambio de ladrones, como en mi opinión sucedió con Fox y con Felipe, para luego regresar a los ladrones de antes con EPN, nada más que con dientes más filosos y uñas más puntiagudas… No te preocupes Rosario.

Desde mi óptica, el cambio de modelo privilegiando a las personas sobre las cosas y las ganancias, es urgente. La degradación a la que estamos llegando con el modelito neoliberal es insostenible, no solo por la destrucción sistemática del mundo para sostener, en un planeta redondo, un modelo de consumo al infinito, sino porque la consecuencia es un modelo de esclavitud moderna inmoral, injusto e inhumano que empuja a la violencia. Cito a la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM) de 1968: “Estamos llegando a un punto en que es sumamente urgente que los ciudadanos se decidan a buscar y aceptar “transformaciones audaces, profundamente innovadoras”, si no se quiere aumentar la potencia de los fuertes y la servidumbre de los débiles, orillando a las mayorías a una reacción violenta y empeorando el estado de injusticia “que clama al cielo” por la violencia que se ejerce sobre la dignidad de las personas.”

Era 1968 cuando se nos advirtió y no escuchamos, hoy tenemos un promedio de 100,000 muertos por sexenio ante la mirada impasible de todos, mientras los pobres tienen hambre y los ricos tienen miedo en un país disfuncional e injusto con un modelo de explotación y consumo al infinito al que se aferran con dientes y uñas los dueños del capital, lo que nos conduce al caos ecológico, económico, político y social. Es por ello que la propuesta de cambio ofertada por AMLO es una bocanada de aire fresco que convenció a 30 millones de mexicanos de darle su voto (cosa a la que no le encuentro mucho mérito porque los otros, Ricardo Anaya y Pepe Toño Meade eran impresentables, como personas y como proyectos de gobierno) ¡No!, ya lo dije, no voté por el Peje porque rechazo su alianza con el PES, al que ahora tramposamente le quiere rescatar el registro pasándole votos de Morena ¡En fin!,… el punto es que 30 millones le dieron su voto con la esperanza de que se realice el cambio prometido; un cambio que acabe con la corrupción (y que bautiza nombrando Canciller a Ebrard, todavía sin rendir cuentas por el fraude en la Línea 12 del Metro), un cambio que combata a la pobreza (y que inicia con dadivas <con dinero de quienes trabajamos>), un cambio que revitalice el modelo de desarrollo económico y que fundamente una plataforma para recuperar a soberanía energética (y que inicia con el anuncio de que no habrá cambios de fondo), un cambio en el sistema político (que inicia cancelando la iniciativa para no tener un Fiscal “carnal”, es decir, cancela que la justicia no dependa del ejecutivo ni de la clase política) y un cambio en la forma de ejercer el poder (que inicia invitando a Mondragón, en mi opinión un “troglodita” que trabajó con el PRI, a sumarse a la Secretaría de Seguridad)… Decía que 30 millones le dieron sus voto esperanzados en un cambio de fondo que conduzca al país a un modelo nacionalista y humanista que privilegie la calidad de vida de los mexicanos, en donde, sin corrupción, compadrazgos, constructores preferidos, pago de favores partidistas, venta de bienes nacionales, nepotismo, etc.: la paz, la seguridad y la tranquilidad sean cimiento del México del futuro… De no ser así, viene el caos y la pérdida de esperanza… ¡Así de sencillo!

 

Un saludo, una reflexión.

 

Santiago Heyser Beltrán

Escritor y soñador