Última llamada
Se equivocó mi Iglesia cundo insistía que la tierra era plana, se equivocó con la “Santa Inquisición” que nada tenía de Santa, se equivocó al proteger a curas pederastas, se equivocó al bendecir las armas de los iban a la guerra a matar y se equivoca al meterse con las prácticas terrenales de cómo tratar a los muertos.
Parece que mi Iglesia no entiende e insiste en normar sobre cosas terrenales cuando Jesús, El Cristo, clarititito dijo: “Mi reino no es de este mundo…”
Todo empieza cuando El Vaticano emite un boletín que prohíbe esparcir las cenizas de los muertos en la tierra o en un río o en el mar, y olvida que “palabra de Dios”: “Polvo eres y en polvo te convertirás”; pero ahí no para, también prohíbe que se conserven en casa, se distribuyan entre los deudos o se hagan diamante; ¿el argumento?: “Que los restos mortales deben quedar en un lugar Santo”. Dios hizo el Universo, ¿qué parte del Universo y de la tierra no es lugar Santo?, pregunto. Adicionalmente rematan con una advertencia sin sentido: “Si bien la Iglesia acepta la cremación del cadáver, considera más apropiado el entierro…” ¿Cómo dice que dijo?, a ver, si acepta la cremación (convertir en cenizas), ¿con que argumento y que ventaja tiene un entierro que es muy costoso?, ¿y en qué afecta al alma? Lo mismo con la diamantización, durante XX siglos no estuvo prohibida ¿Por qué?; por una sencilla razón, no existía la tecnología para hacerlo, el punto es, ahora que existe la tecnología, producto de la capacidad de raciocinio derivada del mandato bíblico: “Poblad la tierra y enseñoreaos de ella.”, ¿por qué mi Iglesia se opone al avance tecnológico que transforma los restos mortales en Diamante, uno de los productos más bellos que produce la madre naturaleza, obra del Señor?, no lo sé.
Esto viene a colación porque la Iglesia mexicana, a través de su vocero Hugo Valdemar dice y se desdice en un galimatías celestial que solo ellos entienden, lo cito: “Los católicos que por ignorancia y no por contradecir la fe cristiana han dispuesto de las cenizas de sus familiares cremados en algunos de los lugares que prohíbe la Iglesia, no tienen consecuencias porque “no hay un problema de fe”… No sé si reír o llorar, si regaste las cenizas de tu muertito sin saber, nada pasa (ser ignorante parece ser una bendición celestial), pero si conoces la instrucción clerical y la desobedeces, entonces ¡Castigo eterno!, no habrá bendición de Dios ni exequias; o sea, la falta no está en cómo trates los restos mortales de tus seres queridos, el problema es que no obedezcas a los curas… Ahora entiendo porque mi Iglesia pierde mercado y por qué hay tanto sacerdote pederasta o ratero, sintiéndose elegidos de Dios consideran que el buen cristiano debe obedecerles, aunque digan o hagan pendejadas (Reconozco y doy testimonio de cientos de curas comprometidos y generosos que dedican su vida a ayudar al prójimo, pero muchos ¡No!)… Olvida mi Iglesia que el Señor nos dio una capacidad de raciocinio ¡De pensar!, y que usarla es una forma de honrar al Creador, así que analicemos: ¿Qué pasará con los muertos que fueron cremados cuando la Iglesia prohibía la cremación?, pues nada; ¿qué pasará con los que fueron convertidos en diamante antes de la prohibición?, pues nada, ¿qué pasará con las cenizas que están en los hogares de familias que consideran la casa familiar un lugar Santo y en donde la urna ha servido como lazo de unión familiar a través de recordar las enseñanzas del difunto y las expresiones de amor?, pues que tienen que llevarlas a un “lugar Santo” y no tenerlas en casa o les “cai” el chahuistle (amenazas de una Iglesia que predica en nombre de un Dios Amor, no entiendo). Un dato: una cripta en la Catedral de México cuesta alrededor de $80,000 pesos, no, no estoy infiriendo que la decisión clerical tiene como trasfondo que están perdiendo un negocio ¡Para nada!, sería yo incapaz de insinuar eso… ¿O sí? Lo que si digo es que para el asunto ese de la resurrección de los muertos y el juicio final, al Creador se le facilita y es más higiénico resucitar cuerpos a partir de un diamante o de las cenizas en casa de los familiares y no recoger la caca de los gusanos que se comieron al difunto y volverla a armar.
Por cierto, los panteones municipales no son lugares Sagrados, ¿a los que están enterrados ahí ya se los cargo pifas?, pregunto. Y a los no católicos que entierran a sus muertos en el campo o esparcen las cenizas ¿se los va a llevar el diablo?, es otra pregunta. Porque si no es así, y solo hay un Dios verdadero, entonces el problema no es como tratamos a nuestros muertitos sino ser Católico, lo que según Vaticano te obliga a hacer lo que “ellos” dicen ¡Bonita cosa!
Ahora bien, ¿qué pasará con los muertos que después de la prohibición clerical fueron esparcidas sus cenizas o fueron hechos diamante? ¡Pues nada!, ya leí la biblia al derecho y al revés y como dije, no hay prohibición de diamantizar, es decir ¡No es palabra de Dios!, sino rollo terrenal de algunos curas iluminados que creyéndose superiores consideran que pueden dirigir a las personas en asuntos terrenales que nada tienen que ver con el alma y si con el control a través del miedo y la amenaza olvidando que a partir del nuevo testamento, el Dios padre vengativo (remember el diluvio y a Sodoma y Gomorra), es reemplazado en su diálogo con la humanidad por el Dios amor que es Jesús el Cristo, nuestro Salvador y segunda persona de la Santísima Trinidad… ¡Chingao! Nunca pensé empezar el Siglo XXI con los problemas de Galileo versión moderna… ¡Así de sencillo!
Un saludo, una reflexión.
Santiago Heyser Beltrán
Escritor y soñador