Mario García, no apto para la generación de cristal
¡NADA PARA FESTEJAR!
El pasado jueves, 5 de mayo, fecha muy simbólica para nuestro país, el partido de la revolución democrática cumplió 27 años de haber surgido a la vida política nacional, y si bien, en sus orígenes, fue una avasalladora fuerza que atrajo multitudes – por quien la encabezaba que evocaba nostalgias de espíritu nacionalista – y llegó a espacios de poder estatales y en las H. Cámaras, tanto del H Congreso de la Unión como de los Congresos locales, ahora es algo totalmente diferente a lo que fue.
No haré recuento cuantitativo, aunque sí juicios de valor sobre su realidad actual, sin embargo, y únicamente para partir de algo, debe recordarse su origen: surge como producto de negociación con Heberto Castillo, quien, a cambio de una candidatura a Senador de la República y otros valores políticos, presta-entrega la estructura territorial del PSUM, del cual era presidente, a Cuauhtémoc Cárdenas, cabeza visible del llamado Frente Democrático Nacional, que había roto todos los récord en la inédita elección de 1988, de la cual jamás será conocida su real definición, aunque jurídicamente hubo un triunfador y es cosa juzgada, y a nadie le importa abrir heridas que pueden descomponerse.
A partir – para citar una fecha – de 1995, después de la elección federal de la que resulta presidente de la República el candidato del PRI, Ernesto Zedillo Ponce de León, el partido de la revolución democrática empezó a desdibujarse en toda la geografía nacional – eso es relativo, porque su fuerza siempre estuvo localizada en Michoacán, Distrito Federal y Veracruz – e inició su acelerado descenso en las preferencias socio-electorales, que se evidenció en la elección del año anterior y se ratificó en la del 2000: los votos y los espacios de representación de poder menguaron y si le agregamos la cuantiosa sangría – cuantitativa y cualitativa – generada por la defección de su mayor y mejor carta política electoral, Andrés Manuel López Obrador, en este momento su aceptación en la sociedad – reflejada en votos-aceptación social – se acerca al 10%, con tendencia a la baja.
El partido de la revolución democrática está caracterizado por la disputa del poder -interno, nacionalmente, y en los estados – por las múltiples facciones, corrientes y caudillismos a los que les importa mucho más su “yo” que el partido político. No son capaces de sacrificar sus intereses individuales, grupales, por los intereses de partido, ni aceptan reflexionar que siguiendo con ese comportamiento van al desierto de la desaparición partidista.
Es el único partido mexicano, y acaso, en el mundo, en el cual sus fundadores salieron echando pestes del partido fundado por ellos; en el cual sus dirigencias no son formados en el seno del mismo partido y, generalmente, sus candidatos a los diversos puestos de elección popular – federal, estatal y municipal – no son perredistas “puros”: son prestados. El ejemplo-botón es su actual presidente nacional: es un ex priísta, Agustín Basave. Y sus candidatos a gobernador, en la mayoría de los estados en los cuales habrá elecciones, son totalmente unos desconocidos para el perredismo, aparte de ser de otros partidos: O ex panistas o ex priístas.
Con esto está comunicando: que carece de cuadros, no tiene verdadera dirigencia perredista; que lo que más les importan son las alianzas para cachar votos y sobrevivir; no les interesa la sociedad ni sus conflictos existenciales y de sobrevivencia en búsqueda de mejores condiciones de vida.
Algunas curiosidades:
1ª.- A pocos días de la elección de junio de este año, es el único de los tres partidos “grandes” nacionales – PRI, PAN y PRD – que anda de capa caída. Es indudable o comprobable, que no tiene cuadros, ni militantes ni simpatizantes y que únicamente está inflado por los Medios porque son noticias, porque de algo habrá que llenar las páginas de los informativos electrónicos, radiales e impresos.
2ª. De entre todos los partidos “grandes” es el que carece de “Ideas Fuerza” y de mensajes políticos, así como de una figura que lo signifique: tres significativos políticos que no están en su horizonte.
3ª.- Igualmente, es el partido que carece de precandidatos a la presidencia de la República o sí los tiene, es el único que está muy débil, pero la persona que suena, se ha definido como autónomo, libre, independiente y sin partido.
4ª. Se dice que el único precandidato que tiene y que es “suyo, puramente suyo, químicamente puro” es el actual gobernador de Michoacán, nuestro estado, pero de ser cierto, su porcentaje de conocimiento-presencia-social es, promedio, estadísticamente y determinado el peso por la distribución igual=equitativa entre los estados federativos y el Distrito Federal, de un 3%: igual a nada.
5ª. Es el partido, de los tres que tratamos – PAN, PRD y PRI – , cuyo porcentaje de aceptación va a la baja: Consulta Mitofsky y El Economista presentaron este fin de semana anterior que el PRI y el Pan muestran una tendencia al alza en las preferencias electorales, pero el PRD muestra tendencia a la inversa: a la baja: en la medición de marzo, registró 10.8 y en la de abril, la más reciente, cayó al 8.7. Una caída de poco más del 20%.
6ª. El Partido de la Revolución Democrática, que en los últimos diez años del siglo XX – específicamente en los años 1989-1994 – disputaba el primer lugar en las preferencias electorales, ahora está ubicado en la cuarta posición de las preferencias partidarias de la sociedad: PRI, primer lugar, con 22.3%. PAN, segundo lugar, con 18.6%. MoReNa, con 12.1% y PRD, con 8.7%.
7ª. El PRD, socialmente, está identificado por la sociedad como unido a la delincuencia con tal de llegar al poder. EL calor y hedor de los sucesos de los normalistas de la Normal de Ayotzinapa y del presidente de iguala, muy difícilmente se disipara. La entrega -petición de perdón de su presidente no basta, ni será suficiente por, lo menos dos generaciones.
8ª. Junio de este año, el primer domingo – será un termómetro para vaticinar el destino del PRD, nacional y regionalmente hablando, desde el punto de vista electoral, que es la fuerza y el poder.
Ya falta muy poco