Libre expresión
Este título –original del periodista Marco Aurelio Carballo– sirva para subrayar dos muertes que ponen de luto a nuestro gremio.
Precisamente ladel admiradoMarco Aurelio –cronista singular– y la delfotorreportero Rubén Manuel Espinosa Becerril,asesinado el viernes.
Marco Aureliofueun “grande”de nuestra generación –no sólo por su estatura–. Perdió una larga la batalla contra el cáncer que lo machucó de cuerpo… y alma.Apenas hace diez días había sido homenajeado por cincuenta años de meritoria trayectoriaatrapada entre dos pasiones: el periodismo y la literatura;un acto mínimo de justicia máxima para un modesto, discreto, rudo, duro y rigurosoreportero, cuentero, novelista y poetade calidad formidable.
Esperamos el “mamotreto” de sus Crónicas súbitasrecopiladas por su viuda Patricia Zamapara releerlas junto con el resto de sus obras:Morir de periodismo –narra la génesis del diario unomasuno–, Mujeriego,Crónica de novela,Vida real del artista inútil,Muñequita de barrio, Diario de un amor… y Últimas Noticias.
Si la muerte de Marco Aurelio Carballo entristece, el crimende Rubén Manuel Espinosa Becerril, enfurece.
El corresponsal de la agencia Cuartoscuro y el semanario Procesofue torturado yasesinado con saña –al parecer por sicarios profesionales– junto con cuatro mujeres, en la Colonia Narvarte; una de ellas ha sido identificada como Nadia Vera, ex integrante de la Asamblea Estudiantil de Xalapa y del movimiento #YoSoy132.
PGR, CNDH, PGJDF y la Unidad para la Defensa de los Derechos Humanos, de la Secretaría de Gobernación, indagan.
Según la organización Artículo 19, la muerte de Rubén Espinosa esla primera ejecuciónde un periodista desplazado por la violencia.
Hace siete semanas el fotorreportero abandonó Xalapay vino a refugiarse en la Ciudad de México tras múltiples amenazas del gobierno veracruzano por su activismo ante la muerte impune de 11 informadores –ahora se suma la suya–. Se le vio en público el 9 de junio pasado en la Plaza Lerdo de la capital veracruzana, donde fue colocada una placa para renombrar el sitio como Plaza Regina Martínez, periodista local asesinada en abril de 2012.
La muerte de Rubén Espinosaes otra agresión contra los periodistas; debe leerse como un asunto de Estado; impostergable.Lo contrario sería imperdonable complicidad infame.
EL MONJE LOCO:¡Sin periodistas no hay periodismo; sin periodismo no hay democracia!, claman los “jarochos” decentes. Sumados estamos… furiosos y agraviados.