Indicador político
Eso fue el encuentro de catequetas de SCALA que tuvo lugar en Moravia, Costa Rica, del 23-27 de mayo pasado. SCALA es la sociedad de catequetas de Latino América. Catequeta es el especialista, investigador en el campo de la catequética, la ciencia que estudia la educación con la Palabra de Dios en la comunidad de creyentes.
El encuentro, esperado con ilusión, fue muy emotivo, cálido, de enorme riqueza intelectual y de exquisita calidad humana, por la rica personalidad de los compañeros, sabios, sencillos, cordiales, magníficos amigos.
La reflexión partió de los preciosos documentos de este acontecimiento que marcó la historia de la Iglesia y se inauguró hace cincuenta años, El Concilio Vaticano II. Pero en ningún momento se olvidó la situación actual que viven los hombres: dolor, incertidumbre, desconcierto, miseria material y espiritual y su progreso y búsqueda de una vida mejor. El interés estuvo siempre estuvo centrado en la persona como protagonista de la historia, con un destino grandioso, definitivo imprimido por Dios.
No se trata de ponerlos a rezar mucho, a realizar tradiciones y prácticas sólo por cumplir. Se trata de liberarlos de la maldad de las personas que tanto sufrimiento acarrea, como las muertes, secuestros y extorsiones del crimen organizado.
Se trata de llevar al hombre a una vida de riqueza verdadera, de gloria, de sueños realizados, hacerlos miembros del club del cielo donde habrá una inversión de condiciones, los pobres irán primero. Se trata de llevarlos a vivir en lo alto, mucho más allá de Altozano.
Se trata de llevarlo a la experiencia de la fuente de la vida plena y verdadera, de la sabiduría, de los más altos valores que hacen la existencia digna, noble, feliz. Llevarlo al encuentro del Maestro de la vida y del triunfo total, del destino trascendente que da al hombre la plenitud, la satisfacción definitiva.
Es necesario presentar a Cristo, el creador del mundo nuevo y sin maldad, yendo al encuentro de la persona en su situación, en una sociedad intrincada, incomprensible, dolorosa, triste, sin horizontes ni oportunidades muchas veces. Hay que tener en cuenta sus enemigos, los congéneres, los hombres egoístas, soberbios, tiranos, que crean la desigualdad económica y las marginaciones, los hombres mentirosos, amañados.
La fe tiene como tarea darle a la creatura humana una guía firme para saber elegir y la energía para tender a la victoria contra las limitaciones y esclavitudes, una fuerza de motivación grande como una carga nuclear.
El encuentro entre la persona en necesidad, deseosa de salvación y la luz y el amor que liberan, guían y elevan a niveles de verdad, es obra de la educación en la fe, tradicionalmente llamada catequesis. El catequeta reflexiona sobre esta acción para orientarla a la realización de su misión.
La educación en la fe, considerada como práctica, es la materia sobre la que trabaja el catequeta. Ha de reflexionar sobres sus destinatarios y agentes, contenidos, metas, etc. Le permite a la práctica comprenderse, ubicarse, encontrar su camino en un mundo convulso, lleno de mensajes que circulan en todos sentidos. Le permite actuar en un mundo desestructurado porque le falta un sistema de valores que le dé consistencia. Para algunos, todo es relativo, no según la verdad sino según conveniencia y el edificio humano se queda sin cimientos.
Los principios teórico prácticos que ofrecen los catequetas trazan las autopistas para formar hombres íntegros, coherentes, maduros. El servicio es enorme porque es la condición indispensable para construir un mundo sin la corrupción y las crisis recurrentes. El creyente maduro es el único que puede construir un mundo libre de los movimientos tiránicos, arbitrarios, facciosos. Sólo él puede construir un mundo limpio del crimen con su red de alucinaciones, seducciones mortales, mentiras que son los que tiene arrodillado al ser humana y sus organizaciones sociales.
La misión del catequeta es actual siempre porque sirve a la praxis en un mundo que evoluciona vertiginosamente. Es servir al educador proponiéndole orientaciones como principios teóricos y prácticos, con sus cuestionamientos. También ofrece subsidios: escritos, cursos, manuales, etc.
Se trata de redescubrir la novedad del aporte de Cristo, su obra eterna y siempre nueva, para que los hombres de la era de las comunicaciones la hagan vida. Partimos de la gran riqueza de renovación y redescubrimientos de verdades que realizó el Concilio Vaticano II. Reflexionamos sobre las deudas que la educación en la fe tiene contraídas y que urge pagar a las exigencias del gran Concilio.
Hemos tenido una visión clara, viva, rica de la situación en América Latina. Sentimos el pulso de su vida a través de experiencias, trabajos, proyectos compartidos.
Nos guio el sueño, la utopía de servir a la gente para que recupere su dignidad original, divina y sepan amar, servir y ser felices.