Sólo el presidente Enrique Peña Nieto y su partido no quieren darse cuenta de lo que está sucediendo con la imagen de México a nivel mundial, el descrédito nacional ha llegado al extremo que, en numerosas ocasiones, se piensa que casi todos los mexicanos somos corruptos o narcotraficantes.

Los que viajamos fuera del país vemos con tristeza los gestos y reacciones de autoridades extranjeras cuando mostramos nuestro pasaporte y decimos: soy mexicano. Nos miran con cautela, nos revisan con severidad, nos cuestionan.

Y es que lo que sucede en México está en boca de todos; el gobierno que iba a mover a México efectivamente lo está moviendo, pero hacia un precipicio, el gobierno peñista ya no goza de la credibilidad internacional. Las noticias que se difunden del país sólo son negativas y versan de tres tópicos: la corrupción, la violencia y el narcotráfico.

La corrupción y la impunidad han llegado a niveles insostenibles.Y los mexicanos estamos hartos.

Desde luego el gobierno no quiere ver ésta realidad, se dice atacado por campañas orquestadas por sus enemigos, se muestra autoritario y soberbio en lugar de  hacer algo para remediarlo.

Y surgen las voces de descrédito que llegan por todas partes, desde la prensa internacional, la ONU, la Unión Europea, los forenses argentinos, el ganador del Óscar Alejandro González Iñárritu y hasta el Papa Francisco han manifestado, de diferentes maneras, la terrible realidad de la “mexicanización”.

Habría que preguntarse ¿qué gobierno merecemos los mexicanos? ¿Qué hacemos los ciudadanos para merecer algo mejor?

La verdad es que los mexicanos no merecemos el gobierno que tenemos. México es más que un mal gobierno, es más que violencia y corrupción.

Es el momento de la reflexión, de tomar conciencia y tomar decisiones, hagámoslo por las futuras generaciones a quienes no les debe preocupar en el futuro mostrar su pasaporte y con la frente en alto y voz fuerte y segura decir, soy mexicano.