Cuarto poder cambio: o retroceso o evolución o el huevo de la serpiente
Utilizando el viejo estilo dictatorial, contrario a toda norma democrática y en un proceso viciado de origen, los diputados de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, consumaron la madrugada del primero de mayo pasado un albazo legislativo.
En lo oscurito y promovida por el Partido de la Revolución Democrática, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal votó y aprobó la Ley que Regula la Crianza, Venta y la Tenencia Responsable de Animales Domésticos de Compañía en el DF disposición que afectará a millones de propietarios de perros y gatos y otras mascotas que habitan la Ciudad de México.
El documento, a todas luces anticonstitucional y violatorio a los derechos de los capitalinos, protege a las Asociaciones Protectoras de Animales, refugios y asilos que, en algunos casos, mantienen a los animales en condiciones antihigiénicas e inhumanas, bajo la excusa de no contar con recursos suficientes para su debida atención, pese a las generosas donaciones que realizan las Empresas dedicadas a la elaboración de comida para mascotas y de muchos particulares. La Ley nunca menciona la obligación de la Subsecretaría de Protección a los Animales del DF de supervisar y auditar a éstas Asociaciones.
Hasta donde se sabe, el documento presentado por la Diputada Ariadna Montiel Reyes, integrante del Grupo Parlamentario del PRD nunca fue discutido o presentado a especialistas, cinólogos, Médicos Veterinarios o Asociaciones de Criadores, mismos que fueron excluidos de todo debaten o consulta; tal vez su opinión especializada no resulta relevante para la legisladora;tampoco explica de donde saldrán los millonarios recursos que deberá aplicar el Gobierno del Distrito Federal para implementar la citada Ley. Lo que sí es seguro, es que representará una carga impositiva adicional para los propietarios de mascotas.
En ningún artículo de citado documento se encuentra la obligación gubernamental de educar, capacitar y orientar a los poseedores de animales de compañía de la capital de la República y tampoco menciona el compromiso de la autoridad de otorgar lugares seguros, debidamente habilitados para que los capitalinos puedan realizar actividades de esparcimiento con sus mascotas.
Entre otras absurdas disposiciones, la Ley estipula la prohibición de que los niños puedan pasear y convivir en la vía pública con sus mascotas, lo que resulta aberrante. De todos es conocida las bondades emocionales del vínculo mascota-niño para su sano desarrollo y el respeto y cuidado a otras formas de vida.
Otra absurda disposición es la que se refiere a la esterilización de los animales de compañía; en este caso, en los años venideros ya no habrá necesidad de tener disposiciones para proteger a los animales, ya que éstos estarán extintos, las futuras generaciones de capitalinos sólo podrán conocer a los animales de compañía en los zoológicos o en fotografías. En la capital de la República, existen criadores responsables, conscientes de la responsabilidad que conlleva la reproducción de perros y gatos, no todos son mercenarios de la crianza.
Con ésta Ley, los capitalinos no podrán comprar animales de compañía en otras Entidades Federativas o en el extranjero, disposición contraria a las libertades consagradas en nuestra Carta Magna.
La Ley no es la panacea para terminar con el maltrato y el exceso de perros callejeros en la capital, la llave para concientizar a los poseedores y criadores de animales de compañía es la educación y esa también es responsabilidad de la autoridad.
Por eso esperamos que los animales de dos patas que tienen la grave responsabilidad de crear Leyes para la sana convivencia, recapaciten y analicen con seriedad y responsabilidad los alcances de ésta nueva disposición.
Estamos conscientes de la necesidad de la crianza responsable y de la protección de los animales, no sólo de los de compañía, sino de todo organismo vivo, estamos de acuerdo en la regulación en la venta de los animales en la vía pública y en los establecimientos que exhiben a los animales de manera inadecuada e inhumana, pero el invadir la privacidad de los poseedores de animales de compañía, es totalmente inaceptable.
Esperamos que el Jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera tenga la sensibilidad política de revocar dichas disposiciones, porque de no hacerlo así, polarizará la de por sí ya desgastada relación entre ciudadanos y sus representantes.
Aún es tiempo.