Ecosig, prohibidas en México
La inseguridad en Michoacán sigue siendo la causa principal de que inversiones extranjeras no se concreten o se vayan a otros estados. Ahora este mismo fenómeno está ocurriendo en Guanajuato, entidad que hasta hace pocos meses destacaba del entorno nacional por ser relativamente “segura”.
La lucha que ha intensificado el gobierno federal en Michoacán y Jalisco contra la delincuencia organizada y el narcotráfico, ha ocasionado que quienes se dedican a éstos delitos busquen nuevas plazas. Así que León, San Miguel de Allende, Celaya e Irapuato, anteriormente con bajo índice de incidentes violentos, se han convertido en las favoritas de los delincuentes.
Por ejemplo, delitos como el secuestro y la extorsión, están afectando enormemente el turismo en San Miguel de Allende y la residencia de cientos de ciudadanos extranjeros de la tercera edad que viven esa histórica ciudad.
En Irapuato, la comunidad japonesa se ha quejado ante el gobernador Miguel Márquez Márquez, debido a que son víctimas de la extorsión y el robo a sus negocios y empresas, por lo que estiman que será difícil que nuevas factorías se instalen en la región.
Según estudios realizados por la empresa Consulting México-Japón, en los últimos 4 años, en esta región de Guanajuato se instalaron alrededor de 25 mil japoneses, pero ya hubo quien ha decidido abandonar el estado a causa de la inseguridad.
El 40% de los ejecutivos japoneses, casi 10 mil personas decidieron radicar en Irapuato, por sus condiciones geográficas y calidad de servicios, pero ya hubo quien se fue a vivir a otro municipio como Celaya porque sufrieron robos constantes.
En Celaya los comerciantes se quejan del cobro de piso y de extorsiones que afectan la actividad económica del municipio, así como de los asaltos y robos a casa habitación.
En León, la rivalidad entre los grupos de narcotraficantes ha desatado un violento enfrentamiento por la zona al grado de reportarse enfrentamientos y ejecuciones con mucha frecuencia.
El tema de la inseguridad seguirá siendo una piedra en el zapato de las autoridades, mientras no exista una política adecuada así como voluntad y determinación para combatir ese flagelo, que seguiremos padeciendo nacionales y extranjeros.