La segunda sesión del Sínodo
Ayer dimos el avance:
El mando político del país está alarmado por la situación político-electoral de Veracruz y Oaxaca.
Sobre todo en Veracruz.
Tanta preocupación ha pasado en horas recientes a una siguiente etapa: ¿qué hacer con el gobernador Javier Duarte para atemperar las pasiones en aquella entidad del golfo de México?
Y por el ánimo observado, no se sorprenda usted si en días –digamos en los próximos cinco-, se decide actuar para intentar recuperar la gobernabilidad, fortalecer la seguridad pública y garantizar elecciones pacíficas.
Mucha tarea, sin duda.
Ya se verá cómo se actúa.
Los escenarios bajo análisis son variados:
El menor podría ser un llamado a cuentas para evitar torpedeo en las campañas, habida cuenta de su animadversión con el priísta Héctor Yunes y los escándalos previsibles del panista Miguel Angel Yunes, quien irá con el apoyo de una parte del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Una intermedia sería pedirle amablemente organizar su salida con algunas consideraciones, equivalentes a poner un interino cercano, no ser perseguido por sus estelas de deuda, inseguridad, arbitrariedad y persecución de opositores.
Y la última, la más extrema, sería enfermarlo bajo amenaza de iniciársele un proceso por las denuncias en su contra.
Ninguna de esas vías es deseable para un gobernador en problemas.
Días difíciles para Javier Duarte.
CORRECCION, ELECCION DE SUCESOR O DESTITUCIÓN
Nadie conoce cómo actuará el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.
Desde los tiempos de Ernesto Zedillo, cuando cayó el guerrerense Rubén Figueroa tras la matanza en Aguas Blancas, no se ha desaforado, sometido a juicio y ni siquiera destituido a un mandatario estatal desde el gobierno priísta.
La salida de Angel Aguirre Rivero fue orquestada personalmente por el entonces dirigente perredista Carlos Navarrete con un ultimátum inevitable:
-O anuncias tu salida mañana antes de las once, o a las doce anunciaré que el PRD exige tu salida y juicio político.
Peña Nieto no necesitaría operar personalmente.
Tampoco Zedillo lo hizo.
El 11 de marzo de 1996 Figueroa fue citado a la Secretaría de Gobernación (Segob) por Emilio Chuayffet Chemor y se le presentaron solicitudes de permisos anuales para entregarlos al Congreso del estado.
-Que me lo pida el presidente –reclamó Figueroa.
Se dirigió a Los Pinos y, cuando se vio perdido, operó para dejar a Angel Aguirre Rivero, entonces dirigente del comité directivo estatal del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
-Prepárate, Angel, porque a mí me chingaron tres años y a ti te van a chingar otros tres años. No vas a ser gobernador de un sexenio.
Ahora los operadores serían otros.
Del lado oficial, el secretario Miguel Angel Osorio Chong.
Del otro, el presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones.
Una pinza imposible de superar.
Todo, lamentan en la cúpula, por no haber actuado cuando a principios de 2015 el senador Héctor Yunes pidió a Osorio Chong no dejar pasar el tiempo en la remoción de Javier Duarte para evitar mayor deterioro en Veracruz.
Hoy todo está bajo análisis, y el ánimo casi listo para la operación.
LA FALSA AUTONOMÍA DE MUNICIPIOS CAPITALINOS
Cuando todo mundo lanza cohetes para celebrar la reforma política para convertir el Distrito Federal en
Ciudad de México, vale la pena registrar la opinión de Xóchitl Gálvez.
La delegada panista en Miguel Hidalgo, quien ayer estuvo en la tierra de Rafael Moreno Valle, considera falsa la llamada autonomía de los próximos municipios de la Ciudad de México.
No lo son, asienta, porque carecerán de muchas facultades consagradas constitucionalmente para los municipios como cobrar impuestos, normar ambulantes y en general allegarse recursos para no depender del gobierno urbano.
En cambio, aumentará la burocracia con la creación de cabildos bajo el supuesto de generar equilibrios políticos, pero en realidad espacios destinados para las cuotas partidistas.
Ya sabe de esto.
Lo padece en la Miguel Hidalgo, donde encontró un caos administrativo y debió reducir la burocracia.
Ha reducido a un tercio las direcciones generales y despedido a cientos de aviadores, con el consiguiente ahorro y mejoría de operatividad.