Teléfono Rojo/José Ureña

Estratégicamente la meta es 2018.

Pero el Partido Revolucionario Institucional (PRI) comenzará a instrumentar la semana próxima el camino para ir en busca de su destino en el siguiente relevo presidencial.

La designación del sucesor de César Camacho Quiroz será la primera señal y el punto de partida de la estrategia del presidente Enrique Peña Nieto para la segunda parte de su mandato.

El nombre es un enigma aun para priístas célebres, aunque manejen varios prospectos y modifiquen el gabinete de acuerdo a sus intereses personales o de grupo.

La mayoría trata de ver el retrato hablado del futuro dirigente en el discurso presidencial sabatino y se preguntan si Peña Nieto juega con cartas abiertas o mensajes de distracción.

Estamos muy cerca de saberlo, pero hay un reto ineludible para su pragmatismo: la suerte tricolor del 2018 pasa por el 2016, cuando habrá 17 elecciones y 12 de ellas serán para gobernador.

Los buenos resultados darían al PRI esperanzas para retener Los Pinos en 2018, pero la derrota en varias entidades reduciría las posibilidades de retener el poder federal.

Para asegurar victorias necesita un gran conocer de la estructura interna, conexión con la militancia, nexos con los grupos de poder y autoridad moral para mantener la unidad y evitar deserciones y traiciones.

PROCESO CERRADO CON CAMPAÑA

En espera de la decisión de Enrique Peña Nieto, por ahora sólo se tiene el calendario.

La semana próxima –está por definirse el día, tal vez martes o miércoles-, sesionará el Consejo Político Nacional (CPN) para determinar el método de elección del próximo presidente.

Será una elección cerrada.

Es decir, no está previsto abrir el proceso al voto de la militancia y menos de la ciudadanía, como ocurrió cuando fue oposición y surgieron Roberto Madrazo y Beatriz Paredes.

Habrá registros –el del designado y algún espontáneo, si lo hay- y todo lo demás será de rutina: giras de proselitismo, cargada en todos los estados, adhesión de sectores y organizaciones…

El relevo deberá estar listo el 20 de agosto para tomar posesión por la tarde a fin de liberar a César Camacho Quiroz de ese cargo y entregarle la coordinación priísta en la próxima Cámara de Diputados.

Trabajo tendrá de inmediato:

Horas después, el 21 de agosto, iniciará la plenaria de tres días de inminentes diputados federales –priístas, verdes y los eventuales aliados- para preparar la agenda de la nueva Legislatura.

Pasado ese evento tradicional y la acreditación de ley, Camacho Quiroz estará en condiciones de asumir la oficina de la coordinación donde Manlio Fabio Beltrones despachó tres años.

Aquí cabe la curiosidad: ver si el sonorense recibe la ratificación de la confianza presidencial con el partido o lo reubica en alguna parte del gabinete, en cuyo caso podría no hacer entrega personal de su escritorio.

UNA LEGISLATURA MENOS INTENSA

1.- La próxima Legislatura será menos intensa.

Ya se hicieron los cambios estructurales privilegiados por Enrique Peña Nieto y, en aras de sacar las reformas, muchas veces las bancadas oficiales prefirieron ganar los acuerdos al debate.

Tal vez ahí haya un cambio.

Si salieron las reformas estructurales, destacó ayer Manlio Fabio Beltrones, fue por alianzas para construir mayorías en la pluralidad, acuerdos en los cuales participaron los dirigentes César Camacho Quiroz e Ivonne Ortega.

2.- El jefe de Gobierno, Miguel Mancera, ya centró el debate: la ciudadanía debe decidir si prefiere los taxis tradicionales, Uber, Cabify u otros.

“Es obligación de cualquier gobierno empatar esas opiniones con las políticas públicas”, destacó.

Si los taxistas tuvieran el respaldo social, la población no usaría Uber ni Cabify, y se recurre a ellos es porque 80 por ciento -¡sí, 80 por ciento!- de las violaciones al servicio público ocurren en las unidades tradicionales.

3.- Eruviel Avila esperó.

Como presidente de la Conago, convocó a los gobernadores electos para informarles de los temas pendientes y de acuerdo a ellos, como el potosino Juan Manuel Carreras, llegarán empapados y ya integrados.

Y 4.- el dirigente priísta Roberto Albores salió a defender el proceso electoral de Chiapas y acusó a Gustavo Madero de doble moral por denunciar anomalías mientras su candidato Francisco Rojas recibe fajos de billetes de fuentes desconocidas y compromisos de contratos.