Nueve estados transición: sin dinero y con resistencias

No tienen dinero y a Jara y Ortega ya les gustó el poder

Batres controlará la Asamblea Legislativa con Cravioto

 

El problema es casi general:

 

No hay dinero para la transición en los nueve estados donde hubo elecciones el 7 de junio y vienen los relevos de gobernadores.

 

No es un asunto menor ni nuevo.

 

Antaño, cuando el PRI era “partido casi único” –Carlos Salinas dixit– no teníamos información si había gastos en esa materia.

 

Pero en 2000 los mexicanos nos sorprendimos cuando Vicente Fox pidió, y obtuvo de Ernesto Zedillo, dinero para patrocinar la transición.

 

Qué ironía: prometía una nueva forma de actuar en política y llegó con una moda a la cual no estábamos acostumbrados.

 

60 millones de pesos.

 

Esta práctica instaurada por Fox fue también encarecida por él: 150 millones para recibir a Felipe Calderón.

 

Desde entonces se ha vuelto costumbre solicitar dinero para pagar a quienes se supone serán servidores públicos.

 

Nada extraordinario, dirían los clásicos.

 

Si los estados multiplican comisiones, institutos y demás organismos federales para engrosar su burocracia, ¿por qué no han de repetir el esquema del gasto de transición?

 

 

EL INUTIL GLAMOUR DE JARA Y ORTEGA

 

 

Pero hay un problema:

 

No todos los gobernadores presupuestaron ese desembolso.

 

Aunque sorprenda, muy organizado resultó el sonorense Guillermo Padrés, acaso porque primero ve sus intereses –los suyos y los de su familia, léase presa privada sin permiso y con violación de todos los reglamentos- y estaba seguro de heredar el cargo a su delfín Javier Gándara.

 

No contaba con la operación político-electoral de Manlio Fabio Beltrones y hoy por eso sus previsiones favorecen a la priísta Claudia Pavlovich.

 

En cambio, hay otros en serias dificultades.

 

Dos casos:

 

En San Luis Potosí Fernando Toranzo ignoró la recomendación de sus asesores y ahora las consecuencias las paga el priísta Juan Manuel Carreras.

 

En Campeche hay un agravante: el distanciamiento entre el gobernador saliente Fernando Ortega y el electo Alejandro Moreno, Alito, puede dificultar más el entendimiento para el relevo.

 

Pero donde las condiciones son terribles es en Guerrero y Michoacán, con dos gobernadores novatos e ignorantes, Rogelio Ortega y Salvador Jara.

 

Los dos se acostumbraron a los vuelos privados, el glamur de los actos oficiales, los helicópteros disponibles a toda hora, el ejército de ujieres y el blof del poder, pero jamás aprendieron a gobernar.

 

Y entre los dos la mayor sorpresa la da el michoacano Jara, quien se resistía a sentarse con el perredista Silvano Aureoles para preparar la sucesión.

 

Como debe hacerlo por ley, no le quedó otra.

 

Este lunes debe iniciarse la integración de equipos para la transición.

 

En espera de ver a quién designa Jara –lo lógico sería su secretario de Gobierno, Jaime Ahuizótl-, seguramente Aureoles nombrará a Adrián López, fundamental en la campaña y uno de sus hombres de mayor confianza.

 

 

BATRES ASUME EL CONTROL DE LA ALDF

 

 

1.- Aquí adelantamos la semana pasada: Andrés Manuel López ha entrado en conflicto con Arturo Núñez, a quien en 2012, contra todas las tribus y su dictadura personal, hizo primero candidato y luego  gobernador de Tabasco.

 

Por esa razón el hijo de éste, Néstor Núñez, había perdido la posibilidad de llegar a la coordinación de la bancada del Morena a la Asamblea capitalina.

 

El pronóstico se cumplió: al frente del mayor grupo de asambleístas será César Cravioto, surgido de la Gustavo A. Madero.

 

La noticia no viene envuelta con los mejores pronósticos:

 

Cravioto es personero de Martí Batres y, salvo una debacle, éste empleado del Peje asume el control de la ALDF, con todo cuanto de poder y dinero representa ese hecho.

 

El mensaje, claro, va para Miguel Mancera, Los Chuchos, el PRD y la ciudadanía.

 

Y 2.- el discurso habla de salud macroeconómica en México.

 

Pues bien, pidió ayer el coordinador senatorial priísta Emilio Gamboa, esa situación debe reflejarse en desarrollo del país y en los bolsillos y en las mesas de los mexicanos.