Poder y dinero
El 22 de mayo de 2013, el Poder Legislativo aprobó una reforma constitucional muy importante para el desarrollo del país y el bienestar de los mexicanos, la Reforma en Telecomunicaciones. Reforma que esperó bastantes años para materializarse a razón de la presión realizada por grupos fácticos de poder y, también por la oposición histórica de partidos como el PRI, que imposibilitaron su discusión y aprobación en legislaturas anteriores.
No obstante, con muy buenos ojos vimos que el año pasado por fin se decidió abrir la competencia en el sector de telecomunicaciones en el país, acción que tendría implicaciones directas en el precio de los bienes y servicios que esta industria genera. Por ejemplo, el precio de la telefonía celular, del internet, de la televisión por cable, por decir algunos, se reduciría significativamente al haber más competencia en el sector. Y no solamente eso, sino que también se mejoraría significativamente la calidad de estos servicios.
Para la materialización de las disposiciones constitucionales, hacía falta que se aprobaran las leyes secundarias y reglamentarias que se encargarían de regular de manera puntual los preceptos constitucionales aprobados recientemente. En este sentido, el pasado 24 de marzo, el presidente Peña Nieto envío al Poder Legislativo su iniciativa de leyes secundarias en materia de telecomunicaciones. Lamentablemente, dicho paquete de iniciativas se encuentra dislocado con el espíritu de la reforma constitucional ya que en vez de promover la competencia y el crecimiento de la industria con la participaciones de más proveedores de este tipo de servicios, la iniciativa presentada conserva varios cotos monopólicos que favorecen particularmente al duopolio televisivo en México.
Analistas y partidos políticos ya han puesto el dedo en el renglón sobre este tema. No se puede dar un paso para adelante en el ánimo impulsar el desarrollo de México y, al mismo tiempo, dar dos pasos para atrás. También es un atentado para la ciudadanía que, primero, se le ofrezca competencia y modernización del sector de telecomunicaciones y, meses después, se le dé lo contrario.
Lo que estamos viviendo en el país, parece una esquizofrenia política del actual gobierno, en donde ha dejado de lado una visión a mediano y largo plazo de desarrollo nacional. Tal parece que se encuentra enfrascado en atender la coyuntura y mantener “contentos” a los grupos fácticos de poder con tal de no acabar con sus “alianzas estratégicas”.
Lamentablemente, esta actitud parece ser ya una constante en el actuar del gobierno. Como antecedente está la reforma hacendaria en la que se presumía que se cobraría a las grandes empresas los impuestos que deberían pagar, sin embargo, con la promulgación de las leyes secundarias de dicha reforma también se echó para atrás dicha acción.
Lo que tenemos, entonces, es un doble juego donde, por una parte, este gobierno parece ir a favor de solucionar problemas históricos de nuestro país; pero, en una segunda jugada, actúa para mantener el pernicioso statu quo con el que históricamente ha estado comprometido el PRI de siempre.