Libros de ayer y hoy
Steve Jobs y Bill Gates, además de haber hecho fortunas incalculables, son dos íconos de la innovación y las comunicaciones.
Steve Jobs ya murió y si bien vi un resumen de su biografía, queda como legado para mí, no sus computadoras o teléfonos inteligentes ni el ejemplo de cómo hacerse rico, muy rico, sino la conferencia que dio a los egresados de la Universidad de Stanford, en donde narra parte de su vida reconociendo que fue un hijo adoptado, pero amado, que decidió no estudiar en la universidad porque era un gasto excesivo para la economía de sus padres adoptivos y que siempre había luchado contra la adversidad sin rendirse. De hecho, en esa conferencia narra su lucha contra el cáncer que a los pocos años lo mató y cierra el tema con la siguiente afirmación: “El mejor invento de la vida, es la muerte”
“El mejor invento de la vida es la muerte”; si nos ponemos a reflexionar un poco sobre ello, quizás llegaríamos a la misma conclusión que Steve, ya que al reconocer nuestra temporalidad, damos sentido a todo lo que hacemos y se vuelve un contrasentido todo lo que no hacemos y debimos hacer; es decir, la muerte es el motor que no hace valorar la vida y eso, eso lo es todo.
Que uno de los hombres más exitosos e innovadores de la historia de la humanidad haya decidido no estudiar la universidad, es una reflexión que deberíamos hacernos todas las personas y en particular todos los padres de familia, líderes y dirigentes que empujamos a nuestros jóvenes a hacer carreras para que, como panes, todos iguales, nutramos un modelo socioeconómico depredador e inhumano… Hagamos todo con pasión ¡Sí!, pero hagamos también cosas alocadas, diferentes y humanas, como ir en contra del modelo destructivo con el que hoy vivimos, para vivir mejor, todos.
Bill Gates es diferente pero no menos brillante, comparto historia tomada de Facebook, de Darwin Spin: Bill fue invitado por una escuela secundaria para una conferencia. Llegó en helicóptero, tomó el papel del bolsillo donde había escrito once párrafos. Leyó todo en menos de 5 minutos, fue aplaudido por más de 10 minutos sin parar, dio las gracias y se retiró a su helicóptero. Lo que dijo es muy interesante, lean:
Aprovecho el presente, para mandarle un abrazo a mi nuevo amigo Rod, de 17 años y fan del Barcelona, esperando que esto le sea útil para construir una buena vida… ¡Así de sencillo!