Sobremesa

Fausto Vallejo solicitó ayer al Congreso del Estado, separarse definitivamente del cargo de Gobernador Constitucional de Michoacán, es la renuncia al cargo político más importante de la entidad, por cierto una renuncia que no sorprende a nadie, toda vez que desde el primer día de su mandato en febrero de 2012, ya se comentaba en todos lados, que sus días al frente del poder ejecutivo estaban contados; había quienes decían que su estado de salud le impediría dirigir el gobierno, otros señalaban que serían los vínculos con el crimen organizado de algunos de sus principales colaboradores lo que lo harían dimitir, en fin, cualquiera de estas causas por si mismas hubiesen sido ya de por si razones suficientes para justificar una decisión de tal envergadura, ahora si las imaginamos juntas tendríamos las razones suficientes para entender dicha separación, no haber tomado esta determinación podría haber implicado aún mayores daños a la vida política, económica y social de una entidad convulsionada que ha vivido en vilo y en circunstancias extremadamente difíciles los últimos años.

De hecho todo parece indicar que ya desde enero pasado el Presidente Peña Nieto estaba consciente de este desenlace, porque el nombramiento mismo de Alfredo Castillo como Comisionado con los poderes plenipotenciarios que le fueron otorgados dan cuenta irrefutable de ello, era y sigue siendo hasta hoy en día el Gobernador en los hechos, falta ver ahora cuando el Poder Legislativo local designe al sustituto de Vallejo, si continuará mandando el enviado federal o el nuevo titular ejercerá plenamente las funciones que le obligan las leyes. Después de toda esta amarga experiencia debe quedarle una gran enseñanza a Michoacán: no es suficiente la buena fe, como tampoco la buena voluntad de sus gobernantes para enfrentar un estado de cosas con el grado de dificultad como se han presentado en la entidad, máxime cuando se pretende combatir dichos problemas con un equipo poco profesional y muy mal pertrechado políticamente, máxime cuando el propio equipo gobernante es parte del problema y por lo tanto intrínsecamente contrario a la solución misma.

¿Que sigue ahora?, ¿Extenderle el Congreso del estado un nombramiento de Gobernador a cualquier personaje priista para que solamente esté de adorno y de todos formas siga ejerciendo las funciones efectivas, alguien que ni siquiera es del estado, alguien que no tiene la legitimidad política indispensable para ejercer el poder público local, alguien que aunque fue producto de una designación presidencial, no deja de ser una grosera y ofensiva injerencia del centro a nuestro estado?, son estos momentos una inmejorable oportunidad para reencauzar el rumbo perdido, esta etapa de crisis debe servir para reconstruir nuestra entidad enfrentando los problemas con un equipo profesional, un equipo con el perfil político adecuando, un equipo sobre el que no haya ninguna sospecha de probables vínculos delincuenciales, un equipo de personas transparentes y honorables, hombres y mujeres que no estén pensando en ganar elecciones, que no estén pensando en los partidos políticos, que no estén pensando en facciones políticas, que no estén pensando en enriquecerse con cargo al erario, que estén pensando con gran claridad cómo sacar a Michoacán adelante, ese es un gran reto para la designación que haga el Congreso del estado, es un gran reto para la clase política local, no tienen ningún derecho los políticos para ahora volver a cometer los errores del pasado mismos que hoy nos tienen postrados.