MORELIA, Mich., 18 de enero 2014.- En tu vida. Muchos católicos viven muchas veces una fede creencias e ideas, de prácticas y obligaciones. Es una religión triste, aburrida, vacía de Dios.

El que vive con Dios, siente en momentos difíciles una ayuda misteriosa que resuelve los problemas con un toque divino. Dios está presente como una fuerza que todo puede.

Dios habla.La escena del evangelio de hoy,  completa la escena del Bautismo del Señor que celebramos el domingo pasado. Es la presentación grandiosa de Jesús como Mesías, el enviado de todas las confianzas de Dios.

Dios tiene un plan importante para él, que él va cumpliendo con sumo cuidado: desea liberar a sus hijos de la maldad, hacerlos volver a casa paterna para darles regalos divinos, la vida plena e inmortal.

El Padre Dios escoge a una persona, en él depositará toda su confianza para realizar su gran obra. La importancia de la misión es única y universal.

Lo prepara, lo forma con exquisito cuidado. El elegido es testigo de tanto cuidado: “me formó desde el seno materno para que fuera su servidor, para hacer que Jacob volviera a él y congregar a Jacob en torno suyo”.

A través de él, el Padre Dios va a reunir su familia dispersa, que vaga lejos en el pecado, el exceso y la inmundicia. El Mesías le va a congregar la familia.

Colabora admirablemente en la obra de salvación, la asume con gran amor y responsabilidad. Se une íntimamente a la voluntad del Padre. Al entrar al mundo para realizarla, afirma: “aquí estoy. En tus libros se me ordena cumplir tu voluntad”. La armonía con Dios, la obediencia es ejemplar.

Cuando llegan los tiempos señalados en el plan del Padre, éste presenta solemnemente a su Mesías, ungido, escogido. Juan bautiza a Jesús en el Jordán y es la ocasión de la gran teofanía, se su proclamación como Mesías.

La señal había sido anunciada, sobre el Mesías desciende el Espíritu Santo.

Aquél sobre el que veas que se posa el Espíritu Santo, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo. Pues bien, yo lo vi y doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios.

El Mesías es más grande que Juan, es Dios existe desde toda la eternidad. Ante él, Juan se confiesa infinitamente pequeño e indigno.

Los señala presente en medio de los hombres: “éste es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo”.

Los judíos entienden que les señala dos figuras de primera importancia: es el servidor de Yahvé que viene a dar la vida por la multitud. Es el cordero pascual que se inmola para librarnos del pecado.

Juan bautiza con agua para preparar la venida de Cristo que bautiza con el Espíritu Santo. Cristo nos da el regalo mesiánico, el Espíritu santo y con él los regalos de la salvación, de la vida nueva divina.

Toda la escena hace  alusión al bautismo por el que entramos en el mundo nuevo de la salvación.

Necesitamos encontrar al Mesías, convertirnos, seguirlo, entrar en la era nueva, en el mundo nuevo de la salvación.

Vive intensamente.Da el paso de una religión de ideas y obligaciones, como la misa del domingo, los rezos en momentos de grave necesidad a una vida llena de Dios, de su Palabra, de su presencia maravillosa.

Cristo con nosotros. Aquí está Cristo, es la gran manifestación del domingo, su gloria llena el templo. Nos invita a su mesa a comer su cuerpo y a beber su sangre.

Para comentar en familia.¿Hemos dado un paso para que Dios se aparezca  en nuestra vida familiar, para vivir un gran encuentro? Nuestra vida cambiará, será feliz, pura.