Teléfono rojo
Uruapan, Michoacán, 19 de septiembre del 2015
El hombre, José, trabaja en la calle y en un basurero recogiendo botellas de plástico, gana cincuenta pesos al día; tiene mujer y dos hijos y dejó su parcela por la sequía…
No comen a diario, cuando bien les va un día si y el otro no y solo para llenar la barriga, todos están flacos y panzones por las enfermedades y lombrices, el agua que toman es de charco, de un tanque de lámina oxidada que se turnan los vecinos para llenar y de poca que recolectan con botes cuando llueve; llevan meses sin bañarse; desde su punto de vista:
—La vida ya acabó -dice el padre-: solo pasamos los días esperando morir, esto no es vida y no hay manera de cambiar las cosas, a nadie les importamos.
Su testimonio aprieta el corazón; dos veces trató de irse al “norte”, en una lo golpearon y ahora renquea por las lesiones, la segunda no llegó más que hasta el “rio”, ahí los abandonó el “pollero” que se fue corriendo con sus con su dinero, producto de meses de ahorro y penurias, en la bolsa.
—Por qué dejaste tu parcela -pregunté-.
—Porque estábamos muriendo de hambre y sed, un año granizó y todo se destruyó, nuestros ahorros, como cada año, estaban invertidos en semilla y fertilizante, ahí perdimos todo, nuestro patrimonio y nuestro futuro; las deudas se pagaron con la tierra y tuvimos que emigrar para la ciudad en donde no me dan trabajo porque no tengo escuela. A mis hijos no los mando a la escuela porque no tienen ropa ni dinero para el camión, ni zapatos para caminar.
La mirada ida del hombre lo decía todo mientras me preguntaba: ¿Cuántos mexicanos estarán en esta situación de pobreza extrema; de verdad solo son los veinte millones que señalan los censos o habrán más?…
—¡El gobierno no está para generar empleos!, me dijo el funcionario, cuando lo hace genera burocracia. El gobierno es facilitador y promotor, genera las condiciones para que los emprendedores pongan negocios y generen empleos.
Impecable la argumentación del funcionario, como cabal su enfoque bien intencionado,… pero inútil cuando de resolver problemas de pobreza se trata, por una sencilla razón; en esta sociedad deshumanizada, los emprendedores, comerciantes, negociantes y empresarios van por la ganancia; y para obtener ganancias, prefieren a la gente preparada y ya entrenada, por lo que personas como José no tienen cabida en sus negocios y consiguientemente no consiguen empleo; por ello, los pobres están destinados a vivir en la miseria generación tras generación y a morir, dejando en el camino problemas sociales y vidas truncadas en cada hijo. Yo no creo que esto sea cristiano, ni creo que sea humano, es más, estoy convencido de que José, como tú estimado lector, tiene el derecho a acceder a una vida digna con el fruto de su trabajo y que corresponde al estado mexicano y a los gobiernos, a través del poder distributivo que da el cobrar impuestos, generar programas y proyectos para que los pobres, los josé´s de México se incorporen a una vida productiva y así puedan vivir con la dignidad de personas con un trabajo de ocho horas. Esto, en mi opinión, es la esencia de la función gubernamental de desarrollo social y humano en cada gobierno.
Dice la Iglesia Católica en su Encíclica Rerum Novarum «De las cosas nuevas», 1891: “…Es responsabilidad de la Iglesia y de los gobiernos velar por los más pobres y desprotegidos, por una sencilla razón, los ricos tienen los medios para defenderse solos…” ¡Lo comparto!, así debería ser cuando la esencia de un régimen tiene como eje y bandera el ser un gobierno humanista, lo demás, lo demás es lo de menos: trabajar con generosidad, creatividad y compromiso para generar oportunidades de trabajo y así dar a cada persona, a cada pobre, el derecho ciudadano de ser tratado con el respeto que merece su dignidad humana, para que con su esfuerzo pueda vivir bien… ¡Así de sencillo!
Santiago Heyser Beltrán
Escritor y soñador