Libros de ayer y hoy
En Debatitlan, con Brozo, J. J. Rodríguez Prats nos recordó: “Lázaro Cárdenas defendió la soberanía, no el petróleo”,… y tenía razón.
R- Guauuu, mi Santias, revelador, cuando menos, que de las recordadas de mamacita recibidas por tu artículo de fin de semana: “El decálogo petrolero”, ninguna viniera del sector empresarial.
S- Creo que por obvias razones, a la Iniciativa Privada de México, privada de iniciativa, le da prurito no poder meter uña en el negocio de energéticos; no importa si perdemos soberanía o si por diferencial económico los capitales extranjeros controlan energéticos mexicanos.
R- Grrr, quisiera poder rebatir tu dicho, pero no puedo; en México, el nacionalismo es asunto de viejitos, tema obsoleto, lo de hoy, lo actual, lo moderno ¡Es la ganancia!
S- Así es perro, por eso el discurso mentiroso sobre la Reforma Energética no se sustenta en la soberanía nacional, sino en si es inversión extranjera o en la venta del negocio… Hoy Pemex es solo un distractor del discurso “oficial” para ocultar el verdadero interés atrás de la “inversión privada” en el negocio de energéticos, el control político y económico de las naciones.
R- Auuu, es correcto, por eso me sorprendió Rodríguez Prats cuando nos recordó que la lucha del “Tata” no era por el petróleo, era por la soberanía; lo que me lleva a otro episodio de la vida del “Tata” y de su congruencia y amor por México: Durante la segunda guerra mundial, los gringos, preocupados de una invasión japonesa por el Pacífico, quisieron poner un puesto militar de armas y radares en Baja California, México; Lázaro Cárdenas se opuso y ofreció capacitar a soldados mexicanos para tal propósito, pero ¡Nunca!, soldados gringos en territorio mexicano.
Hoy, a la distancia, como contrasta la actitud nacionalista del “Tata” con el servilismo, que rayó en traición a la Patria, de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, que primero permitió oficinas de espionaje gringas y vuelos de avioncitos no tripulados y después, en mi opinión en forma mentirosa, negó conocer el operativo Rápido & Furioso por el que el gobierno norteamericano surtió a los narcos de armas pasadas de contrabando, exhibido además por el silencio cómplice, al no solicitar la extradición de los oficiales delincuentes expuestos en USA, por crímenes cometidos contra México… Por cierto, el gobierno de Enrique Peña Nieto tampoco ha dicho ni pio por ese agravio… ¡En fin!, decía que la actitud nacionalista de Cárdenas permitió a México conservar la dignidad de nación libre y defender su soberanía de los intentos de intervención extranjera. Hoy, ese espíritu es el que debería regir en el debate y las propuestas sobre la Reforma Energética, ya que no se trata de un problema de pesos y centavos, se trata de una estrategia internacional para acabar con los estados soberanos y construir o reforzar el modelo neoliberal que ya probó su inoperancia; el que funciona bien para los países ricos consumidores, con la explotación de los países de tercer mundo, productores; explotación que se simplifica si se tiene el control político, el que se logra sin armas a través del control económico, empezando por el control de industrias estratégicas como la de hidrocarburos… ¡Entendamos!, si permitimos la inversión extranjera en el negocio del petróleo y la electricidad, toda la planta productiva de México será dependiente de los intereses de los inversionistas extranjeros. Para imaginar lo que esto representará para México, solo demos una vista a las inversiones extranjeras en la banca mexicana que se ha convertido en una de las más depredadoras y caras del mundo, pero eso si, en una de las que mayores ganancias reportan a sus accionistas, con cargo al trabajo del pueblo de México.
S- Ni yo lo podría haber dicho mejor, mi Rufo. El debate sobre la Reforma Energética tiene una perversión, no incluye el riesgo de la pérdida de soberanía y solo se centra en chiles y cebollas, en si se pierde o se gana riqueza y eso, eso es lo de menos ¡Hoy México está en riesgo!
R- Auuu, así lo veo, mi ínclito humano. Al grado de que en uno de mis sueños imaginé que Enrique Peña Nieto no era Presidente, sino un Rey bueno preocupado por su pueblo; en ese contexto, los incentivos sexenales para vender cosas ajenas, como los activos de la nación, perdían sentido, ya que el Rey lo sería por toda su vida, y como era bueno y comprometido con su pueblo, no tomaría decisiones en contra del interés nacional, es decir, no vendería la “gallina de los huevos de oro” que representa el Petróleo, ni pondría en riesgo la soberanía, porque su palabra, su vida y su honor estarían en juego, además de sus valores de lealtad y compromiso con su nación y con su pueblo… Desgraciadamente Enrique Peña Nieto no es rey; en mi opinión, es solo un presidente sexenal, dependiente de los gringos, que busca hacer lo más que puede para su beneficio, el de su grupo y el de su partido, más allá del interés nacional… ¡Así de sencillo!