Libros de ayer y hoy
Uruapan, Michoacán, 28 de mayo del 2012Ahora un grupo de Generales mexicanos va a Washington. ¿A recibir instrucciones?… Es pregunta.R- Grrr, dejémonos de chismes y política mi Santias y hablemos del amor. Mi argumento inicial, respecto al deterioro social, es que no sabemos amar; no nos enseñan a amar, nos enseñan a poseer…S- ¿Y ahora que pulga te picó, mi Rufo? ¿Que saben los perros del amor?R- Guauuu, pues de entrada más que los humanos, mi Santias. Empecemos por el amor a la vida, los perros nunca pensamos en matar a nuestros cachorritos, el aborto es una cuestión humana derivada de perversiones sociales como la represión de la sociedad, la estigmatización de las madres solteras y el modelo socioeconómico. Pero voy más allá, los animalitos amamos la naturaleza y nos comportamos en función de nuestro instinto como complemento y cuidadores de la vida, eso es amor; así tienes a las hormiguitas recogiendo desperdicios y evitando la pudrición o tienes a los castores evitando inundaciones o a los escarabajos peloteros recogiendo excremento. Los animales, instintivamente amamos a la naturaleza y a la vida; los humanos lo contrario, privilegian el poder y el tener.S- ¡Ya entendí, perro!, creo que me metí en un berenjenal solito, no hay manera de argumentar que la raza humana cuida la naturaleza y ama la vida. Pero dime, ¿de dónde sacaste la idea de hablar del amor?R- Auuu, de que cayó en mis patitas un libro de Leo Buscaglia llamado “El amor”, el que en la contratapa expresa: “Muchos de nosotros nunca aprendemos a amar. Jugamos al amor, sin tomar en cuenta el ilimitado potencial amoroso que existe dentro de cada uno, esperando ser desarrollado, ansiando crecer…”S- Que interesante. Mi Rufo, así como lo ladras, todos deberíamos leer el citado libro.R- Guauuu, mi Santias ¡Más que eso!, yo recomendaría a todos los humanos, en particular a quienes piensan formar una familia, leer los libros de Buscaglia, un hombre que ha dedicado su vida a estudiar y a enseñar sobre el amor. Deja y lo cito en un punto que comparto y que desde mi óptica es central: “La definición de buen ciudadano, por lo general, es alguien que “piensa, se comporta y responde como todos los demás miembros de una sociedad”. Los educadores también consideran que hay un conjunto esencial de conocimientos que es su deber implantar en cada niño, y defienden esta postura afirmando que están enseñando “la sabiduría de siglos”.” El punto, mi Santias y lo comparto con Buscaglia, es que cada persona es única y diferente, no podemos homologar a las personas como si fueran panes, todas iguales. Por principio debemos respetar la unicidad de cada persona y en seguida; rediseñar programas educativos para que los contenidos sean promotores del desarrollo individual respetando las diferencias en cada niño o joven.S- Me estas apantallando, perro. Es verdad, si cada persona es única, pretender estandarizar cultura, desarrollo y habilidades, es una soberana estupidez.R- Grrr, estupidez derivada de la necesidad imperiosa de producir a bajo costo para mantener un modelo socioeconómico que privilegia la generación de ganancias, manteniendo como pilar la inequidad. Sistema que requiere de una masa de “productores” que produzca a bajo precio lo que requiere una minoría de consumidores privilegiados. Privilegiar la producción y no el humanismo, por definición, distorsiona la naturaleza de las personas y pervierte su capacidad de amar y amarse, construyendo como consecuencia a una sociedad que promueve el egoísmo y el individualismo y da como resultado el abuso, la corrupción, la mentira y la muerte, que es lo que hoy vemos.S- Nada que alegar, mi Rufo. Hoy, en el inicio del siglo XXI, la humanidad ha pervertido el progreso tecnológico que debería llevarnos a mejores estados de vida, para convertir al mismo ser humano en un producto desechable.R- Auuu, como diría José Alfredo Jiménez: la vida no vale nada. Así vemos como, por petróleo, se sacrifican millones de seres humanos en Irak, Afganistán, Siria, etc. Por eso reitero: los humanos no saben amar y de ahí el deterioro social. Cito al siquiatra R. D. Laing: “¡Pensamos mucho menos de los que sabemos, sabemos mucho menos de lo que amamos, amamos mucho menos de lo que existe, y precisamente en esta medida somos mucho menos de los que somos!” En otras palabras, en forma consciente o inconsciente limitamos nuestro desarrollo por comodidad, falta de tiempo, flojera o simplemente porque no sabemos que podemos crecer y ser más de lo que somos. Crecer amando es el camino para dar respuesta a las preguntas: ¿Qué podemos hacer para superar la ‘era’ de la ‘economía-comercial-financiera’? ¿Qué podemos hacer para pasar del materialismo al humanismo, para poner a la persona humana como eje y objeto de nuestros afanes? La propuesta: enseñar a amar desde pequeños, para que cada uno pueda crecer de acuerdo a su potencial y así construir sociedades sanas que privilegien a las personas sobre las cosas y las ganancias.Un saludo, una reflexiónSantiago Heyser BeltránEscritor y soñador