Poder y dinero
“Ni puñal ni maricón”Celaya, Guanajuato 11 de marzo del 2013La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), que en mi opinión, de suprema nada tiene y de justicia menos, decidió meterse en camisa de once varas y promover la censura…R- Guau, mi Santias, no te estarás metiendo tú en camisa de once varas al cuestionar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).S- No lo sé, mi estimado Rufo, para las arbitrariedades que se cometen en aras de la justicia y desde la SCJN, es probable que sí, y que los “intocables” jueces que viven como reyes del dinero del pueblo, quieran detener cualquier tipo de crítica o cuestionamiento, autodefiniéndose como grupo vulnerable. Y si no pueden hacerlo, seguramente alguno de los jueces preparará una ponencia, la que, si es rechazada por los demás jueces, le permitirá sumarse al criterio de la mayoría aún en contra de su propio proyecto, como hizo la Ministra Olga Sánchez Cordero en el caso de Florence Cassez, acción que justificó de manera vergonzante con argumentos acomodaticios y permitió a la SCJN poner en ridículo a México y al pueblo de México al convertirse, por sus pistolas en un tribunal de legalidad, siendo que la SCJN es por definición un Tribunal Constitucional. En otras palabras, que abusando de la ignorancia del pueblo de México, la SCJN asumió un papel que no le corresponde y en lugar de regresar a tribunales para que se repusiera el juicio de la francesita, ya sin los delitos y estupideces de Genaro García Luna, quién por cierto sigue libre, le otorgó un amparo, lo que de facto la convirtió, de delincuente en heroína, mientras México, su gobierno y su sistema de justicia quedaban del asco.R- Auuu, de leyes no entiendo mucho, pero sí recuerdo que Francia no alegaba sobre la culpabilidad de Florence, sino que pedía que sustentado en el Tratado de Estrasburgo, la francesita fuera repatriada para cumplir en tierras galas su condena. De haberlo hecho en tiempo y forma, Florence Cassez estaría presa en Francia todavía hoy, y sin lesionar la credibilidad del aparato de justicia y el prestigio de México. Y además no estaría yo con mis perrunas confusiones que no me permiten entender como, la misma SCJN, unos meses atrás no permitió el amparo y liberación, para, una vez que cambió de color el poder presidencial, otorgar una resolución contraria.S- Eso tampoco lo entendemos millones de mexicanos, mi Rufo, a menos que reconozcamos que la SCJN opina y decide según el humor y a contentillo del Ejecutivo, del Presidente en turno… Lo que desde mi óptica es lo que sucede y con ello sustento mi opinión de que la mentada separación de poderes, todavía hoy, es solo una aspiración republicana.R- Auuu, y ya entrados en gastos, que rollo se traen los de la SCJN al declarar que palabras como “puñal” o “maricón” son expresiones homofóbicas y que bajo ningún concepto pueden estar protegidas por la libertad de expresión.S- En mi humilde opinión, los jueces de la SCJN se están miándo fuera de la bacinica y proyectan sus complejos, rencores o temores con esa sentencia, por: A.- La Real Academia Española de la Lengua (RAE), no reconoce la palabra “puñal” como sinónimo de homosexual, es decir, se está juzgando sobre un modismo o mexicanismo, no sobre el lenguaje español y esto, por sí, trae un sinnúmero de riesgos legales y de interpretación. Cito a la RAE: Puñal: 1- Que cabe o puede tenerse en el puño. 2- Arma de acero, de dos a tres decímetros de largo, que solo hiere con la punta. B.- La sentencia de por si es homofóbica, es decir, implica que al señalar como homosexual, en cualquiera de sus acepciones, se denigra al señalado y se le daña, por lo que puede demandar. En otras palabras, la SCJN asume que ser homosexual y ser exhibido como tal, agravia. Por cierto, tengo un hijo gay al que amo y no sufre por ser lo que es, por una sencilla razón, es su naturaleza, como otros somos heterosexuales o bisexuales. C.- La SCJN considera que las expresiones homófobas, son una especie de discurso de odio. Los cuales se caracterizan por provocar o fomentar el rechazo hacia un grupo social. Si damos por bueno el argumento, entonces debería prohibirse expresiones como “chaparro”, “hocicón”, “borracho”, “pendejo”, “wey” y en general toda supuesta “ofensa” que tenga por objetivo jeringar y al hacerlo violentar derechos fundamentales; y aquí viene otro enredo: ¿Qué derechos fundamentales se violan al decir “puñal”?, en otras palabras, la SCJN deja al criterio del juzgador y los que vimos Presunto Culpable sabemos qué tipo de juzgadores tenemos, el decidir si por una expresión o señalamiento, se violentan los derechos fundamentales de alguien. En mi humilde opinión de escribidor, esto no solo es censura, sino una forma de complicarnos la vida a lo tarugo en detrimento del derecho a la libre expresión, dejándonos en manos de los juzgadores sin posibilidad de defensa. Vuelve la Santa Inquisición ¡Mala cosa!…Un saludo, una reflexión.Santiago Heyser BeltránEscritor y soñadorMe sirven esos ejemplos para decir que el lenguaje no lo hacen -ni lo deshacen- las reales academias, y menos aún las cortes, por supremas que sean. El lenguaje es una creación del pueblo, de la gente común -vale decir tú y yo-, y sólo Su Majestad el Uso consagra tal o cual palabra o la lleva al olvido del desuso. He aquí que la Suprema Corte acaba de prohibir el empleo de las palabras “puñal” y “maricón” para aludir a un hombre homosexual. Cosa de risa es ésa, ciertamente, que expone al máximo órgano de justicia de la Nación a no ser tomado en serio. Yo simpatizo abiertamente con los gays, las lesbianas, los bisexuales y transexuales, etcétera. Defiendo el derecho de cada quién a hacer con sus correspondientes partes lo que le dé la gana, con tal de que lo haga en forma libre, consciente, y sin causarse daño ni hacerlo a los demás. Pienso que son merecedores de reprobación y de castigo quienes maltratan de palabra u obra a quienes tienen una preferencia sexual distinta a la suya, y entiendo que la homofobia y sus torpes manifestaciones son resultado de la ignorancia, de la falta de cultura. Pero sólo a través de la educación, y no de las prohibiciones, se eliminará esa lacra. No creo que aquella prohibición que dije beneficiará a las personas homosexuales. En el caso, por ejemplo, de la palabra “puñal”, lejos de vedarla debería la Corte imponer su uso obligatorio, pues el vocablo es eufemismo para no decir “puto”, voz cuyo empleo los señores magistrados no han prohibido, por lo menos hasta el momento en que estas líneas son escritas. ¿Eliminarán los supremos jueces todos los incontables términos que por insana tradición se usan en México para designar a los varones homosexuales? Decir los vocablos que siguen son citar sólo unas cuantas muestras de ese léxico: “joto”, “cuarentaiuno”, “lilo”, “cacorro”, “ninfo”, “daga”, “cuchumbo”, “fileno”, “cuina”, “invertido”, “amanerado”, “bardaje”, “amadamado” y “bujarrón”, junto a regionalismos tales como “choto”, que se emplea en algunas partes del sureste; “liso” y “hielo”, que se usan en los estados del noroeste, y “yulolón”, que se conoce sólo en Ciudad Ramos Arizpe, laborioso lugar de mi natal Coahuila. Empeño inútil e irrisorio es poner veda a las palabras. Si la Suprema Corte prohíbe unas tendrá igualmente que prohibir otras. Acotado el uso de las voces “puñal” y “maricón” ¿por qué no impedir también para beneficio general, no particular, el empleo del sonoroso término “pendejo”, o de la mexicanísima mentada de madre, que también ofende mucho si cometes el error de hacerle caso? La tipificación del delito de injurias basta y sobra para reprimir y penalizar la conducta de quienes se valen de la palabra para ofender a otro. Lo demás es albarda sobre aparejo, y da lugar a burlas y chocarrerías indignas de la solemnidad de la Suprema Corte, ese alto y gravedoso tribunal al que últimamente le ha dado por amenguar su altura y aligerar su gravedad. (Caón, a ver si alguno de los señores magistrados que votaron por retirar de la circulación las palabras “puñal” y “maricón” no me moteja con algún voquible aún no prohibido). FIN.El PuñalLa letra desobedienteBraulio Peralta2013-03-11 • Tendencias inShare Imprimir Enviar por email En la baraja mexicana, “El valiente” trae un puñal en la mano. Jorge Luis Borges describe el puñal en un poema: “es más que una estructura hecha de metales; los hombres lo pensaron y lo formaron para un fin más preciso; es, de algún modo eterno, el puñal que anoche mató a un hombre…” En la jerga popular es una palabra para denigrar a alguien por su condición sexual: “es un puñal”, que significa, “es un pinche puto”. Si la agresión traspasa lo verbal, el puñal puede ser el arma con la que se comete el crimen contra ese, el otro: “el puñal”. La homofobia, entonces, aparece encubierta en esa y muchas otras palabras.Leemos en investigaciones sobre crímenes a gays: lo maté por puto, maricón, joto, comeverga y, desde luego, puñal. La Suprema Corte de Justicia de la Nación fue clara en su veredicto para juzgar casos donde las palabras mencionadas resultan “ofensivas e impertinentes” para denigrar una preferencia sexual. Pero la noticia —un precedente legal contra crímenes de odio por homofobia— ha ocasionado una serie de confusiones, como si la Corte pretendiera prohibir esas palabras.No, señores, no. Las palabras no las puede prohibir nadie. El tono, uso y abuso que de ellas se haga contra una minoría sexual, sí. No me imagino desaparecer a “La Manuela” de Manuel Puig en su libro El lugar sin límites, donde el asesino del homosexual comete sin duda un crimen por odio. A eso se refiere el nuevo precepto legal: a la homofobia, entiéndase. O al crimen por odio reciente en la calle de Cuba el pasado 26 de enero, donde un hombre le espeta a otro la palabra “puto”; el gay se defiende ante la ofensa y, por toda respuesta, el agresor saca una pistola, le dispara, lo asesina y huye, con otros cómplices, en un auto. Un crimen sin esclarecer.Renato Leduc —el “Anti Corydon”— arremetía contra el grupo literario “Contemporáneos” en Historia de lo inmediato. Decía sin dar nombres: “ahora los maricas son todos ellos librepensadores cuando no francamente anarquizantes”. Y seguía: “Ahora las cosas están cambiando. El homosexualismo es ya casi un timbre de gloria”. No, don Renato, aún no. Apenas se vislumbran asuntos legales a crímenes por homofobia que, desde 1901, en aquella fiesta de los 41 homosexuales, en la calle de Ezequiel Montes, apareció por primera vez al público el asunto del “pecado nefando”.El tema es un libro abierto.