Política gourmet
En relación mis cuestionamientos sobre la candidatura de la Señora Isabel Miranda de Wallace para Jefa de Gobierno del D.F., recibí correos de lectores amigos sugiriendo esperar a ver el resultado.Yo no creo que la República esté en condiciones de experimentar, menos cuando cada experimento de este tipo dura seis años y cuesta, en ineficacia, corrupción y dispendio, millones de millones de pesos, que no tenemos.Es mi opinión, aunque agradezco los comentarios que me invitan a la reflexión, que los candidatos a puestos de gobierno deben tener, además de generosidad y honestidad, capacidad probada en la solución de problemas y en el manejo político de los problemas. A veces olvidamos que no es lo mismo administrar una empresa que gobernar; el manejo de una empresa, con los matices particulares de quién la dirige, es una dictadura donde el director actúa en función del interés económico de los accionistas, punto. En contraparte, el gobernar es un arte que se sustenta en la negociación basada en la ley y la justicia. En una el objetivo es la ganancia y la permanencia de la empresa, en la otra es el bien común, calidad de vida y bienestar para los ciudadanos. Como diría alguien que parodia al Dr. Simi, es lo mismo pero no es lo mismo. En la empresa se requiere de un jefe, en el gobierno de un líder. El jefe manda, el líder inspira.Con ello en mente, me tomé la libertad de compartir con mis amigos (si tengo aunque sean pocos) las siguientes reflexiones: Soy de la opinión de que quién aspira a una candidatura ciudadana a través de Partidos Políticos, en esencia desvirtúa el concepto de candidatura ciudadana, ya que sin duda acepta compromisos y paga cuotas (huesos) no ciudadanas con el partido postulante, ello sin contar el poco o nulo espacio que tendrá para gobernar libremente (recordemos a Juanito, caso extremo lo reconozco).Otro punto es que; si la elección del candidato ciudadano no es democrática, sino por “dedazo”, caso de Isabel Miranda de Wallace y de Mancera, entonces de entrada corrompe la democracia mexicana que en su modelo anticipa dos luchas electorales igualmente democráticas, la de la contienda interna y la constitucional.Si un candidato ciudadano accede a la candidatura por “dedazo”, su candidatura entra de principio viciada y es sin duda antidemocrática, lo que de facto la convierte en una candidatura NO ciudadana, ya que la lucha ciudadana en esencia es por la democracia y en contra del control cupular que ejercen los partidos, que como resultado natural genera grupos de poder y corrupción. Es por ello que en lo personal no veo como candidata ciudadana a la Sra. Miranda de Wallace (perdió esa característica al aceptar ser impuesta por dedazo en un ejercicio legal pero antidemocrático), como tampoco veo democráticas las candidaturas ciudadanas cuando emanan de contiendas viciadas o de arreglos cupulares.Morelia va a entrar de nuevo en una contienda electoral, en mi opinión, por una de las más grandes payasadas (jaladas o corruptelas) del sistema legal electoral: el que el voto de un par de jueces valga más que los miles de votos contados, voto X voto y casilla X casilla (primer caso en nuestra historia electoral), a partir de la premisa de que los electores somos pendejos cuando vemos una pelea de box realizada en USA; por ello, valdría la pena reflexionar al respecto de la organización ciudadana vs las candidaturas ciudadanas.Si las candidaturas no emanan de las bases ciudadanas de los partidos, en principio son imposiciones y nada tienen que ver con la democracia ciudadana.Una reflexión: ¿Cómo puede un candidato ciudadano impugnar una elección por antidemocrática o tramposa, cuando es elegido en forma antidemocrática y mañosa? Recordemos del refranero popular: A puñaladas iguales, llorar es de cobardes.En este entorno, solo veo viabilidad a las candidaturas ciudadanas cuando el candidato va sin compromisos inconfesables con el partido o cuando el candidato representa a un sector o a una causa ciudadana, doy como ejemplo los aguacateros de California en USA, ellos tienen un congresista que es elegido para defender los intereses del sector, es decir, representa en el Congreso a los aguacateros, no al partido, no a un grupo o pandilla, esa es una candidatura ciudadana de un sector.Me despido con una recomendación a los amigos ciudadanos con aspiraciones políticas: Acepten sí, ser candidatos ciudadanos para poder cumplir con su aspiración de servir a la sociedad en la que viven, pero háganlo en congruencia con las aspiraciones democráticas de los ciudadanos de a pie y háganlo sin comprometer su criterio, su independencia y la libertad para decidir y para servir, desde el servicio público, a la ciudadanía que representan; no al partido postulante ni a sus líderes ¡Y por favor!, no sean comparsas, ni cómplices, ni se corrompan… ¡Por México!Santiago Heyser BeltránEscritor y soñador