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Hablando en serio
Los próximos 20 y 31 de octubre se cumplirán los plazos constitucionales para que diputados y senadores, de manera respectiva, aprueben la Ley de Ingresos de 2014. Esta ley ha sido nombrada por el Gobierno Federal como la reforma fiscal. Pero más allá de analizar si es verdaderamente una reforma o un parche, sería oportuno analizar los efectos que pudiera ocasionar en caso de que se apruebe tal y como el Presidente lo plantea. Analicemos, pues, cuatro de sus principales características.
En primer lugar, lo correspondiente a la homologación del IVA en la frontera norte y sur del país. Esta intención es un error que no ha sido advertido por los funcionarios del actual gobierno ya que al incrementar el IVA en las fronteras del 11 al 16 por ciento, lo que sucederá es que las personas, nacionales y extranjeras, dejarán de consumir en México y se irán a consumir a los Estados Unidos, en el caso de la frontera norte. Las implicaciones de lo anterior son, por lo menos, tres: en primer término, la caída del consumo en la franja fronteriza, en segundo, la recaudación del IVA al 16 por ciento será menor a la recaudación del IVA al 11 por ciento que actualmente se paga y, el tercer efecto tiene qué ver con el cierre o la quiebra de cadenas productivas en la región ya que al caer el consumo, muchas empresas y comercios se verán obligados a cerrar. El mismo Senado de la República ha calculado que la fuga de ventas de territorio mexicano a estadounidense alcanzaría los 9 mil millones de dólares. Adicionalmente, otro efecto que tendría este incremento del IVA estaría reflejándose en una sustancial caída del empleo en el territorio fronterizo mexicano.
En segundo lugar, aun cuando el PRI ya se deslindó de este tema, o al menos echó marcha atrás, en la propuesta de reforma que envió el Ejecutivo está incluido el cobro de IVA a colegiaturas. En esta materia, se esperaría que en un país con los niveles educativos como los que tiene México se orienten todos los esfuerzos del gobierno para que se incentive la educación, cualquier tipo que sea ésta, más aún si el Estado es incapaz de proveerla con niveles aceptables de calidad y en cantidad suficiente, tal como sucede en México. Sólo basta recordar el lugar que ocupamos en materia de aprovechamiento escolar en pruebas estándar internacionales como PISA, o bien recordar lo que hace a penas unos días el Instituto Mexicano de la Juventud, IMJUVE, anunció: en México hay 6.2 millones de “ninis”. En este contexto, la intención de cobrar IVA a las colegiaturas es un contrasentido de lo que se esperaría. Esta es una propuesta que tiene una amplia limitación en su mira porque su objetivo final se circunscribe a obtener una mayor recaudación, a costa de que se afecte con ello al derecho a la educación que tiene todo mexicano.
Lo mismo pasa con el impuesto que se propone a las hipotecas y arrendamientos. En México ha más de 36 millones de personas que no tienen casa propia. Seguramente, para ellos, uno de sus principales anhelos es el de tener una casa propia que pueda convertirse en patrimonio de sus hijos. Sin embargo, con la reforma fiscal que planteó el Gobierno Federal, dicho anhelo se ve cada vez más lejos de materializarse. De aprobarse los términos en los que viene planteada la reforma en materia de vivienda, para comprar una casa de 1 millón de pesos una persona tendría que pagar 24 por ciento más de lo que pagaría si no se a prueba la reforma.
Finalmente, el Gobierno Federal también propone sobre endeudar al país. Durante los años pasados, México construyó una solidez económica con base en las buenas prácticas con que se manejaron las finanzas públicas, situación que permitió que el país se convirtiera en una economía sólida y atractiva para la inversión foránea. Sin embargo, para 2014 el Gobierno Federal pretende endeudar al país y, a la vez, no presenta algún programa que garantice un manejo transparente, oportuno, democrático, eficiente, en un marco riguroso de rendición de cuentas de los recursos públicos. No es necesario viajar en la memoria de los funestos resultados de los endeudamientos de los años setentas y ochentas, el ejemplo es mucho más reciente. Basta recordar el caso del “moreirazo” para saber qué es lo que sabe hacer la estirpe priísta cuando endeuda las finanzas públicas: corrupción, enriquecimientos ilícitos, elecciones compradas, etc.
Así las cosas, saber que el Partido Acción Nacional se opondrá rotundamente a la aprobación de estos elementos de la llamada reforma fiscal es un respiro de aire puro. La dirección que debe tomar el país no es, de ninguna manera, la que está plasmada en la mencionada reforma. El país enfrentará en los próximos meses o años un contexto económico recesivo y, por ello, no debe apostar por transitar en una vía en la que se castigue la economía de las familias y tampoco en una vía en la que se hipoteque el futuro de nuestros hijos.