Juego de ojos
Los cambios. Pensar en ellos remite a pensar en incertidumbre. Aunque se realizan para evitarla, pensando que por el efecto de ellos la situación mejorará.
Los cambios. Ojalá por ellos y con ellos la situación que vive Michoacán desde hace años, pudiera tomar otro rumbo también.
Los cambios de personas, de responsables, de puesto, de funciones, de procedimientos, de costumbres, de prácticas. Cambios al fin. En las formas, en los porqués y en los cómos. También en los cuándo y en los dónde.
Finalmente, los cambios afectarán a Michoacán, al gobierno, a los ciudadanos, a los convenios ya realizados con no pocos contratistas, instituciones civiles y financieras. Los cambios afectarán y modificarán la visión que se tuvo en la administración para determinar prioridades y aplicación del gasto, a la integración de los equipos de trabajo, entre otras.
Los cambios por ellos mismos no son ni buenos ni malos. Ellos son sólo eso: cambios. Tocará a quienes forman parte de ese cambio, determinar si fueron para avanzar o no, si se realizaron para mejorar o no, si se llevaron a cabo para alcanzar metas o no.
En momentos tan importantes y coyunturales como el que aquí y ahora se vive en Michoacán, es de esperar que quien tomará la decisión de realizar los cambios, los realice con la seguridad de que serán producto de una evaluación imparcial del desempeño de cada persona.
La situación tan complicada requiere que se tome la decisión de invitar a participar en este urgente rescate de Michoacán no solamente a quienes militan en el partido gobernante, sino en otros que comparten la visión de la urgencia por este rescate, aunque sean personas con otras ideologías e incluso, que no militen en partidos políticos.
En la pluralidad de la problemática, se requiere una pluralidad en las ideas, en los estilos, pero principalmente, que todos ellos, por plurales que sean, compartan de manera inequívoca la idea del rescate urgente así como la idea de quien llevará el timón.
Una sola idea que una a este nuevo equipo: el rescate de Michoacán, en la pluralidad y el respeto, en la unidad y el trabajo, en la eficacia y el compromiso, en la experiencia y el conocimiento, en un mismo estilo que sea tomado del ejemplo de quien comanda el equipo.
En rescates tan urgentes como este, las ideologías, los estilos, las formas y las costumbres, deben dar paso a una idea compartida: rescatar a Michoacán de manera decidida, unida, solidaria, compartida, honesta, pronta, eficaz y eficiente.
Habrá que buscar con cuidado en dónde están esas mentes serenas, maduras, imparciales, comprometidas, con experiencia y conocedoras. En dónde hay personas ajenas a los deseos irrefrenables de poder y de gloria.
En dónde o en quiénes puede encontrarse una ambición genuina de progreso, una avidez que persiga sanar las heridas profundas de este Michoacán, un deseo irrefrenable de limpiar lo que tanto ha lastimado a las poblaciones, el anhelo y la capacidad para mover a la gente hacia la recuperación de lo perdido, de convocar a la unidad, más allá del discurso, para dar el próximo paso.
Y ese próximo paso, el de los cambios, está a punto de darse.
Ya hablarán por ellos mismos en el resultado de su desempeño. Ya se verán los resultados. Michoacán se merece ya, alcanzar la calma.