En los partidos políticos ese asunto de postular candidatos mayoritariamente ha representado solamente la disputa por el presupuesto de los gobiernos de los municipios, las entidades y la federación, sin que el desarrollo y bienestar de los ciudadanos sea el centro de sus objetivos electorales, defraudando casi siempre la esperanza de los ciudadanos y cometiendo actos de barbarie y rapiña política, social y económica.

Una de las razones que llevaron a la fundación del PRD fue la exigencia de procedimientos democráticos incluyentes, abiertos y transparentes a la hora de la elección de los candidatos a los puestos de elección popular. Para alcanzar esta prerrogativa, al partido le costó muchos sacrificios, grandes jornadas de lucha y extensas sesiones de debate interno.

El PRD como partido de oposición, se distinguió por ejercer las mejores prácticas democráticas de los institutos políticos en el país –a pesar de las diferencias internas, que salieron a la luz-, donde los valores, los principios y los debates de altura enmarcaban las sesiones de los Consejos o los Congresos nacionales y en las entidades federativas.

En ocasiones en el PRD se impuso la lógica del pragmatismo y los intereses grupales a la usanza del PRI y del PAN. Parte de los integrantes de la dirigencia nacional quitaron de la agenda de este instituto político la vinculación con la ciudadanía y diversos sectores sociales, para privilegiar los acuerdos y la generación de candidaturas y puestos burocráticos partidarios.

Si bien parte de la dirigencia nacional del PRD pudiera ser cuestionada, lo real es que este partido cuenta con una militancia participativa, activa, leal y noble que a pesar de las malas decisiones de la dirigencia y sostiene con dedicación esta marca ya posicionada en el mercado electoral.

La dirigencia nacional no entienden la dinamica de los liderazgos locales y su pragmatismo le hace daño a este instituto político, ejemplo de ello es la cuestionada firma del “Pacto por México” y el colaboracionismo de legisladores para aprobar las reformas estructurales de EPN. El llegar al poder a nombre de un partido de izquierda y traicionar las muertes, el esfuerzo y el sacrificio de millones de mexicanos, representa a todas luces una incongruencia.

El pragmatismo de un grupo del PRD en la dirigencia nacional llevó a elegir en Guerrero y en algunos municipios de ese estado, a aspirantes supuestamente “ciudadanos”, pero con militancia priísta probada, sin emprender una investigación acerca de sus antecedentes personales o sus costumbres políticas, es decir, gente que externa al proyecto de izquierda, desembocando en malas prácticas gubernamentales y un ejercicio indebido del poder público que ahora le cuesta caro en imagen a este instituto político.

En Michoacán ya inició el proceso electoral y la jornada electoral se efectuara el 07 de junio de 2015 con amplias posibilidades de triunfo para el PRD. Por ello, es necesario que el perredismo realice una adecuada selección de quienes serán sus representantes en las boletas electorales, más allá de protocolos de entrega de cartas de no antecedentes penales o declaraciones patrimoniales.

El protocolo de selección debe de garantizar la autocrítica y que el PRD postule a un candidato al gobierno del estado que mantenga la identidad de izquierda, congruente con su actuar y que pueda sumar a varios sectores ciudadanos, así como a los otros partidos de izquierda; pero sobre todo que enarbole un proyecto que le dé rumbo al estado y sea el inicio de la recomposición de la situación caótica por la que atraviesa Michoacán.

Los ciudadanos esperan certidumbre y un gobernador integro; lo ideal para el PRD es instituir y fomentar los acuerdos para garantizar que los aspirantes jueguen limpio; es preferible marcar distancia del pragmatismo, organizarse, trabajar y empeñar los esfuerzos en el trabajo que dé la garantía de que no se va traicionar las causas de la ciudadanía para hacer posible un Michoacán en paz, con desarrollo y estabilidad.