Itinerario político
En el arranque de sus campañas por la gubernatura del estado, cada candidato intentó posicionar un mensaje, quiso mostrar lo que considera el músculo de su partido y exhibió parte de lo que será su estrategia de campaña de aquí al 7 de junio.
Cada lector puede juzgar, con un análisis mínimo y serio de cada discurso, la verdad y consistencia de lo que dijo cada candidato en el arranque de su campaña: “Gobierno eficaz y transparente”, ofreció el candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en Zitácuaro; Luisa María Calderón, la del Partido Acción Nacional (PAN), indicó en Morelia que va por 760 mil votos de electores indecisos; por su parte, en Apatzingán, el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) “apeló al perdón de los michoacanos por el dolor”, en instantes en que Michoacán desea superar el paréntesis de sufrimiento en que lo empinaron algunos.
En términos de la miga conceptual de cada mensaje, parece que el candidato del PRD ofrece lo que no ha podido hacer real ni en su trayectoria política ni en la de su partido; la candidata del PAN –quizás como subrayando un vacío discursivo- sólo da a conocer un objetivo estratégico de campaña; el candidato del PRI, por su parte, invoca una idea de perdón frente a tanto dolor y sufrimiento como los que ha vivido el pueblo de Michoacán desde 2002.
El músculo partidista, como sabemos, radica en el tipo de liderazgo que se tenga, en el peso de una estructura orgánica, en la cohesión interna de las distintas expresiones en torno a un proyecto, en la disciplina de partido y en las formas y métodos que cada quien tenga para convertir su fuerza partidista y social en votos. A este respecto, cada uno de los lectores informados tiene una idea o un conocimiento preciso sobre los grados de eficacia y los alcances de cada partido en lo que corresponde a su músculo político-electoral.
Una estrategia, dicho sin mayor profundidad y en términos lisos y llanos, es la forma de ir acumulando éxitos parciales y de sumar batallas favorables en los calendarios de corto y de mediano plazo, para ganar la guerra final inscrita en los propósitos del largo plazo. A eso, definida en términos castrenses y sin mayor “rollo”, se circunscribe lo que es una estrategia. Si esto es así, con sólo valorar la sede y los escenarios de cada arranque, incluido el eslogan de campaña, puede uno tener una idea precisa de cuál es la mejor estrategia.
En el corazón de una campaña –la que sea-, se debe tener mucho cuidado en separar los elementos informativos dictados por la subjetividad (donde cada uno ve lo que le acomoda, lo que le conviene o lo que quiere ver), de los factores y datos duros dictados por la objetividad (donde la realidad es como es, independientemente de cómo cada quien queramos que sea).
Ensayos e investigaciones de psicología social realmente de punta, en los que se plantearon diagnósticos pioneros para una clasificación profunda de los comportamientos de masa,fueron Psicología de las multitudes, del francés Gustav Le Bon, y Psicología de las masas, del austriaco Sigmund Freud.
La diferencia entre una visión realista y una visión no realista de las distintas campañas, al margen de siglas y colores, radica en qué tan dispuesto se está a leer fríamente la realidad.