Los conflictos violentos que en días pasados hicieron irrupción en escuelas primarias de Morelia como la Juan Ortiz Murillo, la Isaac Arriaga y la José Vasconcelos, donde profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) impiden in situ la aplicación del Programa Federal de Escuelas de Tiempo Completo, son la muestra más visible de que sin ley, sin gobierno, sin firmeza institucional y sin ánimo ordenador, las cosas no pueden mejorar en el terreno de la educación.

Si alguien cree que el virus que creó la enfermedad puede curarla y si piensa que la bacteria que engendró una crisis de salud puede erradicar el mal, lo más seguro es que quien eso crea o piense parte de un supuesto fundado en la ignorancia, al pretender resolver un problema yendo a la reactivación del germen patógeno que lo creó.

La crisis educativa de Michoacán es sistémica y fue creada, a partir de los últimos años de la década de los ochenta, por el Movimiento Democrático del Magisterio (MDM) y sus posteriores subdivisiones en infinidad de grupos, grupúsculos y corrientes, que a la postre (tres lustros a lo sumo) terminaron por ser “aliados estratégicos” de la peor izquierda electoral y socavar en los hechos el constitucional principio de la rectoría del Estado en materia educativa.

El último gobierno que puso límites infranqueables a los excesos de la CNTE en Michoacán, que aseguró el respeto de los profesores al principio de autoridad y garantizó en los hechos –con singular energía- la rectoría de la educación por el Estado, fue el del priísta Víctor Manuel Tinoco Rubí. De ahí para acá todo ha sido distorsionar y prostituir la noble función del educador y de la educación pública. Escribió Daniel Pennac: “¡Qué pedagogos éramos cuando no estábamos preocupados por la pedagogía!”.

Si en sus inicios la CNTE, fundada en 1979 y cuyo biógrafo principal es Luis Hernández Navarro, fue un movimiento limpio, noble y necesario por su oposición al viejo autoritarismo mexicano, hoy es un organismo reaccionario alérgico al cambio y a la reforma, un dolor de muelas claramente antipedagógico y una evidente molestia social.

Desviada de sus propósitos originales, alejada de la educación como medio y fin de toda redención humana y únicamente enfocada a vandalizar, a desestabilizar y a trabajar por lo que oscuramente entiende como “guerra revolucionaria”, la CNTE es el principal obstáculo de la educación pública de calidad que urgeen el país y el escollo de cualquier tentativa de solución para los problemas de Michoacán.

En este sentido, será interesante saber qué política pública y qué tipo de relación proponen los distintos candidatos a la gubernatura con los diferentes agentes que integran el sector educativo, para identificar si lo que buscan es administrar políticamente un problema o resolverlo a profundidad.

Es difícil pensar en que la izquierda que lo creó y se benefició electoral y financieramente de él, pretenda solucionar de raíz la crisis del sector educativo. En todo caso, es más probable que intenten resolverlo otras opciones electorales, en cuya ideología y programa figuran el respeto a las instituciones, el cuidado del orden público y la exigencia genuina de una educación pública de calidad.