Estampas de Paris

En cierto sentido ajeno a los acontecimientos de Michoacán y mi país, pero con una preocupación honda por el desenlace final del proceso electoral en Michoacán, el 8 de mayo recorro Paris en busca del Café Cultural Charles Bukovski, donde será presentado mi libro Hora temprana.

En el recorrido hacia ese centro de cultura y libros ubicado en el centro de la ciudad, la tradición cultural parisina y el tufo intelectual de ciertos sitios nos sale al paso, entre la evocación de las vanguardias de los años 60 y el recuerdo de autores importantes y consagrados, con la estampa de un París de posguerra marcado por grandes agitaciones ideológicas, literarias e intelectuales.

París, siempre fiel a su imagen y a su prestigio de siglos, parece un espacio de sueños liberados que todo lo procesa a través del diafragma de la cultura, porque aquí (desde los agitados días de 1789, con Marat, Robespierre, Dantón, Lafayette y Condorcet) toda forma de respiración es cultural o no es.

Tanto el barrio de Montmartre como el barrio de Montparnasse, lo mismo que la Plaza de San Michelle, que para la generación del medio siglo fueron cifra y suma de la agitación intelectual que siguió a la terminación de la Segunda Guerra Mundial, conservan aún la gracia, el sex appel y el brillo de época de los días en que eran lugares frecuentados por Simone de Beauvoir, Jean Paul Sartre, Albert Camus, BenjaminPéret y Octavio Paz. El célebre Café de Flore, a un costado del Barrio Latino, es la más viva imagen de aquel tiempo en que las batallas por la verdad y la lucha por la libertad elevaron las tensiones a escala planetaria.

Precisamente el 8 de mayo, día emblemático para toda Francia y parte de Europa, se celebró en Paris  la victoria de los países aliados sobre los países del Eje (Roma-Berlín-Tokio), con la que se puso punto final al experimento nazifascista que amenazó a las sociedades del siglo XX, pese a que lo que vino después (concretamente la Cortina de Hierro y el estalinismo) no fue mejor en todos los casos.

A pesar de que la segunda parte del siglo XX, precisamente por el predominio de ideologías burocráticas y totalitarias, multiplicó los dolores del hombre y acentuó los clavos del sufrimiento social, como resultado de la adoración ciega de ciertos determinismos, llama la atención que una parte de Europa siga sin salir de la nostalgia del falangismo y que, pese a los equívocos ideológicos de entonces, haya aún quien aliente falsas soluciones de tipo populista frente a los problemas de hoy, tanto en Europa como en Latinoamérica. En fin.

Algún día, Europa tendrá que resolver el estatus que debe conferir a los espectros y demonios de su conciencia, lo mismo que Latinoamérica tendrá que resolver el lugar que confiere al gen autoritario y dictatorial que ha conocido su historia.

Al llegar al sitio de presentación de Hora temprana, mi más reciente poemario, el lugar se halla envuelto en un aire de bullicio y animación, donde se habla de los títulos literarios que más han inquietado a la opinión pública y de las obras de algunos poetas e intelectuales franceses.

La presentación de mi primer libro publicado en Europa, tanto por lo que hace a la cantidad de asistentes como por lo que toca a la divulgación del evento, fue todo un éxito.