La captura del capo más buscado

La captura con vida de Servando Gómez Martínez, el último cabecilla de la dinastía templaria que por años sembró el terror en Michoacán, independientemente de a qué hora, cómo y donde ocurrió, es el golpe más certero que da el Gobierno Federal, en lo que va de 2015, a la delincuencia organizada.

Casi tan significativa como la captura del Chapo Guzmán, el otrora hombre fuerte del Cártel de Sinaloa, la detención de Servando Gómez Martínez en una Tenencia del sur de Morelia, después de haber sido uno de los capos más buscados en la última década, es un hecho que brinda oxígeno, restituye legitimidad y da renovados bríos a la administración del presidente Enrique Peña Nieto, tan cuestionada por sucesos originados en una subcultura de izquierda que fue la que trajo el desorden y la inestabilidad al México de hoy.

Este señor, Servando Gómez Martínez, egresado del “normalismo” radical como profesor –que no maestro-, y luego influenciado por pláticas y lecturas estrambóticas de tipo protestante, comenzó vendiendo marihuana kileada en el traspatio de su casa (lo saben sus antiguos vecinos), continuó comercializándola en cantidades mayores para los alrededores de Arteaga (lo saben sus amigos de entonces), ligó el negocio con otras actividades criminales igualmente rentables, entró en contacto con hampones de la talla de Nazario Moreno González y Carlos Rosales (oriundo este del ejido La Unión, en el Estado de Guerrero), y luego, cuando políticos sin cultura, sin ética ni escrúpulos se lo permitieron, hizo de la criminalidad organizada una industria y un emporio.

Para efectos históricos, 2002 es el año en que Michoacán transpone la etapa de la delincuencia convencional e ingresa, con la omisión o complicidad de ciertos políticos, a la etapa superior constituida por la irrupción de la delincuencia organizada en la vida pública. ¿Será casualidad que en el gobierno de Tinoco Rubí se haya mantenido a raya a estos grupos delincuenciales, y que en la siguiente administración, la del PRD, se haya desbordado y descarado su ominosa presencia en toda la entidad?

Los responsables de las horas negras que ha vivido Michoacán en todos estos años tienen nombre, rostro e identidad, y sería un inadmisible ejercicio de desmemoria hacer como que no existen, o incluso premiarlos con un eventual retorno al ejercicio del poder.

Desde el punto de vista forense y criminal, este señor, Servando Gómez Martínez, quien hasta el momento se ha negado a formular su primera declaración ministerial, tiene demasiada información que aportar a las autoridades judiciales, para que todos sepamos –al margen del sigilo y la reserva que por mandato de ley rigen estas investigaciones- dónde y con quienes se decidió el nacimiento de “La Empresa”, qué hechos determinaron la fundación de la “Familia Michoacana” y qué fue lo que en realidad propició el reciclamiento de aquella para dar paso al cártel de “Los Caballeros Templarios”.

Sin duda, no habría mejores instrumentos que la novela, la crónica histórica y, quizás, un estudio crítico de sociología regional, para conocer con profundidad caldos de cultivo, biografías, impronta ideológica, móviles y genealogía de lo que ha sido, hasta hoy, la página más negra en la historia de la entidad.

Un buen comienzo para esa saga literaria podrían ser, cada uno en su contexto, los testimonios directos de la Tierra Caliente, los libros de y sobre Nazario Moreno González y los fragmentos de verdad que puedan desprenderse del alegato ministerial de Servando Gómez Martínez.