Tigres de arena
Los primeros meses de 2015 han sido decepcionantes para la economía mexicana, las promesas de un repunte económico se quedaron solamente en eso, promesas. La cruda realidad es que, al igual que en 2013 y 2014, a medida que avanza el año, las previsiones de crecimiento económico se reducen. Hace a penas un par de días la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL, anunció una reducción en sus proyecciones para el PIB de nuestro país. De acuerdo a la CEPAL, el PIB mexicano crecerá en 2015 un 3.0 por ciento, en contraste con el 4.0 por ciento que tenía proyectado a principios de este año.
Desafortunadamente la tendencia del crecimiento económico mexicano continuará a la baja, los recortes presupuestarios anunciados por el Gobierno Federal, así como el permanente precio bajo del petróleo y los desajustes en el tipo de cambio peso/dólar, no permiten ver en el horizonte una posibilidad de cambio en la tendencia mediocre del crecimiento de la economía mexicana.
Las previsiones de la CEPAL coinciden con las propias del Banco de México, los ajustes al crecimiento son a la baja. Recientemente, la mayoría de los miembros de la junta de gobierno del Banco de México consideró que la economía mexicana ha tenido un desempeño relativamente débil y que el balance de riesgos para el crecimiento se ha deteriorado.
El crecimiento de una economía es una variable que incide directamente en el bienestar de las familias ya que a menor crecimiento hay menor oferta de plazas laborales y, por lo tanto el desempleo se dispara. A su vez, el alto desempleo genera una caída en el consumo, empresas y comercios dejan de vender, las fábricas dejan de producir y esto genera más desempleo. Y el círculo se repite.
El punto es que este gobierno no ha sabido darle conducción a la economía del país, verdaderamente no ha sido un problema que haya venido de fuera, como en otras crisis económicas. El problema ha sido interno, es clara una incapacidad de conducción de las riendas de la economía, sea por falta de experiencia, soberbia o ingenuidad.
Preocupa que no hayan señales claras en el gobierno para dar un giro de timón, preocupa que, por lo que se ve, quiera gestionarse esta crisis económica en función de los tiempos político-electorales ya que se prevé que el gran bajón se sienta después de las elecciones del 7 de junio. No hay acciones, no hay decisiones que traten de evitarlo, solamente retrasarlo para no perder en algo que les importa más, las urnas.