PRD, partido por la mitad

Carlos Navarrete respira por la herida. Dice que no le duele pero por dentro no lo calienta ni el sol… menos el Sol Azteca. Por eso no se aguantó las ganas y despidió al senador Alejandro Encinas con carta despechada: te corro antes de que renuncies; ¿“te vas porque yo quiero que te vayas”? diría el intenso José Alfredo…

 

#Somosmásde28 sería en este momento la etiqueta (hashtag) del líder perredista quien resta importancia –por lo menos eso pretende– a la fuga cuadros notorios.

 

Ciertamente, la cúpula perredista daba por hecho la desbandada hacia Morena tan pronto iniciara el año electoral, lo que nadie vio venir fue el vendaval sin rumbo provocado por los propios errores de la dirigencia chucha… pero no cuerera.

 

Desde la ruptura de Andrés Manuel López Obrador comenzó la hemorragia interna, agravada por la renuncia de Cuauhtémoc Cárdenas, la huida de los ebrardistas y la salida por goteo de otros notables; el éxodo de militantes viene acompañado de un caudal de acusaciones sobre oscuros manejos en el partido amarillo. Por ejemplo, la bochornosa versión del senador Armando Ríos Piter al anunciar su retiro de la contienda por Guerrero orillado por acuerdos inconfesables sugeridos por Jesús Ortega para darle la candidatura a cambio de cuidar la espala del ex gobernador Ángel Aguirre y su prole política.

 

Tras doce años en la Presidencia Nacional del PRD, la feudal corriente Nueva Izquierda camina rumbo al retrete… al fondo y a la izquierda; confunde el liderazgo político con la administración de una franquicia comercial; cree que el PRD es una propiedad privada y no la suma de las expresiones de buena parte de la izquierda mexicana.

 

La vulgar lucha por el poder, el membrete y las “prerrogativas” (el dinero, pues), ha suplantado principios y propuestas de una alternativa social necesaria como contrapeso del centro y la derecha.

 

El PRD hace agua y deja a una buena parte la izquierda organizada en el limbo electoral; Morena, en cambio, emerge; así lo veremos a la hora de contar los votos de la próxima elección federal. En vez de tener a un partido sólido de izquierda tendremos otro partido por la mitad…

 

EL MONJE LOCO: Aunque parezca de risa, esto es muy serio. De Lagrimita (¡Qué barato!) es el espectáculo electoral con Cuauhtémoc Temo Blanco sin descontar las inevitables plagas de chapulines. Tampoco queremos a actores como El Gatillero Bernabé Meléndrez Hernández, menos a La Malvinita (Laura Zapata)  o a la jarocha Yuri –la del Apagón y el Osito Panda que no es osito, ni al Dr. Abel Cruz –profeta de la medicina alternativa–. En pocas palabras, no queremos aprendices de la polaka; no queremos más payasos en un circo  donde no están prohibidos los animales.